El triángulo

Tiempo de descuento

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Después de este puente que algunos se empeñan en llamar vacaciones, la actividad va a estar marcada por los plazos de la campaña electoral. El 24 de abril es la fecha límite para la presentación de candidaturas, hace ya una semana que están prohibidos los actos de propaganda institucional, ni cortar cintas, ni colocar primeras piedras. Mientras las máquinas siguen trabajando a todo ritmo, levantando calles, reasfaltando y llenando todo de maceteros, monolitos y artefactos varios que son más resultones que los árboles, sin necesidad de espera.

Entramos en el periodo que todo tiene que ser en el momento, justo cuando la actividad política de verdad se para, cuando entramos en tiempo de espera y la Administración funciona por esa ingente inercia de los profesionales que siguen estando ahí, es justo cuando más preocupados están los políticos entrantes y salientes en mostrar una actividad desbordante.

Este período en funciones nos lleva a despegarnos de lo real y se despierta ese planeta paralelo de promesas, caras y nombres de listas que dentro de un año no recordaremos pero que cualquier movimiento ahora parece definitorio. Este mes y medio en el que las expectativas de cada uno se van inflando de manera proporcional al desencanto de la noche electoral, se parece al mundo ficticio de las giras musicales, un universo propio y paralelo al de pagar las facturas y sacar la basura por la noche. A partir del 12 de mayo, lo dramático será la variación de décimas en la intención de voto de los sondeos que escudriñaremos para adivinar el resultado, inundados de encuestas de las que tampoco se acordará casi nadie pasados unos meses. Y se llenarán las calles de banderolas, que al poco terminarán en la basura y el buzón recibirá algo más que facturas que tendrá también el mismo destino. Se pone en marcha una gigante maquinaria provisional y finita, con fecha de caducidad el 28 de mayo que cambiará la vida no sólo de los que concurren a las elecciones sino también de los que elegimos.

Así que más allá del brillo para conquistar nuestro voto, en este first dates colectivo, lo que de verdad se juega son planteamientos ideológicos y de gestión que transforman nuestra vida colectiva. Por mucho que la antipolítica entre en juego, perder oportunidades es dejar que otros decidan por ti. Empieza la competición aunque no parece que hayamos salido de ella en ningún momento, y como en el olimpismo estaría bien que se practicará el juego limpio. El espíritu de amistad y la solidaridad dejémoslos para un entorno más apropiado. En junio todas las cartas estarán echadas y eso que quedará la revancha.

Suscríbete para seguir leyendo