El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

El gran error de cálculo del Zaragoza de Jorge Mas

El proyecto partió de un supuesto equivocado: creer que una amplísima base de la plantilla de la temporada pasada servía para un proyecto con grandes ambiciones y pensar que había poco que cambiar a pesar de llevar diez años seguidos en Segunda, una anomalía histórica. Carcedo tampoco ha contribuido: no ha mejorado nada y a casi nadie

Raúl Sanllehí, director general, en el palco de La Romareda, con la consejera Cristina Llop a su espalda. ÁNGEL DE CASTRO

A principios de noviembre, el torbellino de ilusión que generó la llegada del grupo de inversión que encabeza Jorge Mas desde su presidencia telemática se ha difuminado por completo. Aunque no lo sea, porque ha habido más de 26 millones de euros mediante, todo parece lo mismo que era. Después del verano de las esperanzas recobradas, con mayor o menor fundamento pensando en lo más inmediato, que otra cosa será lo que pueda ocurrir a medio y largo plazo, el otoño está volviendo a ser tan triste como siempre en La Romareda.

Tras la derrota contra el Andorra, la penúltima gota que faltaba para colmar el vaso de la paciencia de la afición, el Real Zaragoza atraviesa una profunda crisis deportiva y la paz social se ha resquebrajado otra vez. El estadio lo tiene claro y su dedo acusador señala a dos figuras desde hace ya algunas fechas: Juan Carlos Carcedo y Miguel Torrecilla. Los dos, el entrenador y el director deportivo, están heridos de muerte.

Todo como consecuencia del horroroso inicio de temporada del equipo, que solo ha sido capaz de sumar 16 puntos de 42 posibles, que está volviendo a lanzarse al vacío como local, que sufre un importante problema identitario, de modelo, de generación de juego, de fiabilidad defensiva y ofensiva. La falta de gol es alarmante. El Zaragoza a días va en una dirección y, a los siguientes, en la contraria. La confusión es mayúscula.

A este punto de crispación social y de crisis futbolística se ha llegado fundamentalmente por un error de cálculo importante de los nuevos dueños del Real Zaragoza. En su desembarco, que tuvo cientos de aristas y de renglones escritos con letra pequeña, equivocaron la evaluación. Por un lado, la valoración estructural: un club de esta dimensión histórica no lleva diez años en Segunda si todo es estupendo y se ha hecho de manera espléndida. Si todo hubiese sido tan maravilloso, que obviamente no lo había sido, el equipo estaría en Primera y los nuevos dueños no serían hoy los dueños. En el juicio en su aterrizaje hubo un exceso de condescendencia, que condujo a mantener un statuo quo desmesurado.

Raúl Sanllehí hizo suyo el juicio de Miguel Torrecilla sobre la plantilla que había firmado una discretísima temporada 21-22. Fue un error, como varios de los fichajes

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Por otro, la valoración deportiva. Es en este punto donde radica el origen de los problemas diarios del Real Zaragoza. El primer proyecto de Mas y compañía partió de un supuesto equivocado: creer que una amplísima base de la plantilla de la temporada pasada, especialmente en el centro del campo, servía para un proyecto de estas características y ambición.

Raúl Sanllehí hizo suyo el juicio de Miguel Torrecilla sobre la plantilla que había firmado una discreta temporada 21-22. Creyeron que era suficiente con retener a los canteranos, retocar el centro del campo simplemente con Manu Molina y rearmar casi entero el ataque. De aquellos barros vienen estos lodos. El equipo no se está sosteniendo en su estructura central ni en la zona de la mediapunta, aunque debería dar para algo más que para parecer un alma en pena demasiadas veces. A ello hay que añadir el mal nuestro de cada año: la elección de los delanteros, especialmente en el que la inversión fue mayor. Gueye es ahora mismo un futbolista perdido y secundario. Aún no ha marcado. Solo Giuliano ha sido un acierto absoluto. Es un gran jugador y tiene mucha hambre.

El problema del Real Zaragoza está, por lo tanto, en la base de las decisiones, varias de ellas tomadas de modo cuestionable. Este primer proyecto se edificó partiendo de una premisa falsa (lo que había valía mayoritariamente) y sobre una estructura con claras inconsistencias. Todo se ha agravado porque algunos de los fichajes han terminado siendo problemas y porque Carcedo está haciendo mal su trabajo: no ha mejorado la plantilla y ni siquiera está exprimiendo todo su jugo. El técnico no ha alcanzado su máximo nivel. De todo ello es plenamente consciente Raúl Sanllehí, que sabe que tendrá que tomar decisiones en el corto y medio plazo porque lo que tiene entre manos no es el coche de gama media-alta que creía sino un utilitario que se gripa con frecuencia.

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