Al hablar del cáncer de piel es necesario destacar que es el tipo de cáncer más común. Los tipos principales de cáncer de piel son: carcinoma de células escamosas, carcinoma de células basales y melanoma. El melanoma supone tan sólo el 2% de todos los cánceres, (aproximadamente 100.000 nuevos casos en el mundo cada año). La incidencia ha aumentado progresivamente en los últimos 20 años, sobre todo por la tendencia de la población a exponerse de manera más habitual y despreocupada al sol. A pesar de que representa un porcentaje reducido sobre el total de cánceres cutáneos, debemos destacar que su tasa de mortalidad es una de las más altas, en muchas ocasiones provocada por una detección tardía, un diagnóstico precoz y un tratamiento temprano ayudan a aumentar los índices de curación de la enfermedad.

El órgano más grande

La piel es el órgano más grande del cuerpo. Protege contra el calor, la luz solar, las lesiones y las infecciones. Ayuda también a controlar la temperatura del cuerpo y almacena agua, grasa y vitamina D. La piel tiene varias capas, pero las dos principales son la epidermis (capa superior o externa) y la dermis (capa inferior o interna).

El cáncer de piel comienza en la epidermis, que está compuesta por tres tipos de células:

  • Células escamosas. Células delgadas y planas que forman la capa superior de la epidermis.
  • Células basales. Células redondas debajo de las células escamosas.
  • Melanocitos. Células que elaboran melanina y se encuentran en la parte inferior de la epidermis. La melanina es el pigmento que da su color natural a la piel. Cuando la piel está expuesta al sol, los melanocitos fabrican más pigmento y provocan que la piel se oscurezca. El cáncer de piel se puede presentar en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en la piel expuesta a menudo a la luz solar, como la cara, el cuello, las manos y los brazos.

Factores de riesgo

Edad.

Aunque puede aparecer en cualquier momento de la vida, es más frecuente en la edad media, entre los 30 y 60 años.

Sexo.

Es más frecuente en la mujer aunque cursa con mejor pronóstico.

Raza y fenotipo.

Este tipo de cáncer es más frecuente en la raza blanca y en personas de fototipo bajo (piel blanca o pecosa, pelo rubio o pelirrojo, ojos claros y alta sensibilidad a la radiación solar, siempre se queman y nunca se broncean). Tener piel clara incluye las siguientes características:

  • Piel clara en la que se forman pecas o que se quema fácilmente,  no se broncea o se broncea mal.
  • Ojos de color azul o verde, o de otros colores claros.
  • Cabello pelirrojo o rubio.

Herencia.

Aproximadamente 1 de cada 10 personas que padece melanoma tiene antecedentes familiares del mismo.

Lunares.

El riesgo de aparición de un melanoma está en relación tanto con el número de nevus (> 50 nevus) así como con sus características (nevus atípicos y nevus congénitos gigantes).

Exposición.

Estar expuesto por tiempo prolongado a la luz natural o abusar del bronceado artificial (como en las cámaras de bronceado)

Enfermedades.

Padecer de queratosis actínica. Haber sido tratado antes con radiación.

Sistemas alterados.

Tener un sistema inmunitario débil. Padecer ciertos cambios en los genes que se relacionan con el cáncer de piel.

Cómo detectarlo precozmente

La exploración habitual de los lunares y el control de la exposición al sol, sobre todo en la época estival, son los principales factores para prevenir la aparición de problemas en la piel.

Durante todo el año los dermatólogos se encargan de recordar la importancia de cuidar la piel y descubrir aquellos síntomas que pueden indicarnos la necesidad de pasar por su consulta. No obstante, durante el verano y el periodo vacacional es especialmente importante contar con mayores precauciones. En esta época del año nos exponemos al sol habitualmente, y éste además incide de manera mucho más agresiva. Es por ello que no debemos olvidar unos sencillos consejos que nos ayuden a prevenir la aparición del cáncer de piel o a detectar posibles problemas de manera precoz. La exploración de los lunares (conocidos técnicamente como nevus melanocíticos) es fundamental.

Los lunares pueden ser congénitos o aparecer a lo largo de nuestra vida, y el sol es uno de los factores que pueden incidir en su cambio de estado. Por ello, es importante que sepamos cuándo un lunar o nevus puede evolucionar hacia un melanoma para que acudamos al especialista en busca de un diagnóstico preciso y precoz. Una pista nos la puede dar la conocida como regla A-B-C-D-E:

  • Asimetría en alguno de sus ejes.
  • Bordes irregulares.
  • Color variado, no uniforme.
  • Diámetro mayor de 6 mm.
  • Evolución. Si detectamos que uno de nuestros lunares cambia.

Por lo tanto, si percibimos en nuestra piel un lunar o mancha con una o varias de estas características es importante que acudamos al médico.

La regla del ABCDE para detectar anomalías

Cómo prevenirlo

  1. Bajo la Sombra. Al realizar actividades al aire libre hay que buscar siempre la sombra y limitar la tomar el sol en verano durante las horas centrales del día, de 12:00 a 16:00 horas.
  2. Utilizar ropa  que cubra. Las prendas de manga larga, los sombreros de ala ancha y las gorras ayudan a proteger la piel. También  se aconseja usar gafas con cristales que contengan  filtros ultravioleta.
  3. Radiación artificial. Evitar en lo posible usar lámparas ni cabinas de  bronceado.
  4. Quemaduras solares. Hay que evitarlas. Una  protección solar adecuada durante los primeros 15 años de vida reduce el riesgo de cáncer de piel en un 70 por ciento. Por este motivo, es preciso extremar las medidas en niños y jóvenes.
  5. Crema solar los 365 días del año. Los dermatólogos recomiendan usar a diario fotoprotectores con un factor superior a 40 y que actúen contra la radiación UVA Y UVB. Aplicarlos media hora antes exponerse al sol, reponiéndolo cada dos horas o más si mojamos la piel o existe sudoración excesiva.
  6. Cuidado con los bebés. Para minimizar los efectos del sol en los más pequeños de la casa y también los más indefensos, son imprescindibles los protectores físicos como la ropa, los gorros y las sombrillas.
  7. Déficit de vitamina D. La absorción de este nutriente está directamente relacionada con la exposición solar. Desde la  AEDV recuerdan que el uso de fotoprotectores de forma regular no impide sintetizar la cantidad suficiente de vitamina D.
  8. Autoexploración. Conviene revisar la piel una vez al mes para observar si  aparecen nuevos lunares o si existen cambios en los localizados previamente. Hacer fotografías es útil para comparar su evolución.
  9. Acudir al dermatólogo. Siempre que se aprecien cambios en los lunares  (la regla ABCDE), las lesiones sangrantes, inflamadas o con erosiones que no curan después de tres semanas.

Sabías que….

  • Un lunar (nevo) es un tumor benigno de la piel que se origina a partir de  los melanocitos.
  •  La mayoría de las personas tiene lunares.
  • No obstante, la inmensa mayoría de los lunares no son perjudiciales para la salud, aunque tener algunos tipos concretos puede aumentar su riesgo de melanoma.
  • Un tipo de lunar que a veces se parece al melanoma se llama ‘nevo Spitz’. Este lunar es más  común en niños y adolescentes, aunque a veces se presenta en adultos.
  • Por lo general, estos tumores son benignos y no se propagan. Sin embargo, algunas veces los médicos tienen problemas para distinguir entre un ‘nevo Spitz’ y los melanomas verdaderos, aun cuando los observan con un microscopio. Por lo tanto, a menudo estos lunares se extirpan como medida de seguridad.