Claudio Magris (Trieste, 1939), Premio Príncipe de Asturias de las Letras, consagró su discurso de aceptación del galardón a una apasionada defensa de la idea de una Europa unida y diversa que contrapuso a la siniestra idea de un mundo aturdido por los estruendos de guerra.

"La unidad europea no debe infundir temor", sentenció el escritor italiano, aunque dijo ser consciente de que "el camino está plagado de dificultades". Agregó Magris que la manifestación del amor por Europa no significa "ninguna miope soberbia egocéntrica" porque, a su entender, "el centro del mundo está en cualquier parte y no tolera ningún inicuo dominio de una concreta parte del mundo".

Y amparándose en esta concepción de Europa, el escritor animó a hacer de las diferencias una riqueza. "Sólo una Europa realmente unida puede hacer que las fronteras entre sus naciones y culturas sean puentes que las unan y no barreras que las separen", afirmó.

La inestable situación internacional centró también parte de la intervención de Magris. "Estamos --advirtió-- sentados en el borde de un volcán y de todas partes llegan estruendos de guerra, de una guerra que, como la metástasis de un cáncer golpea ahora a una parte del mundo e implica al mundo entero".

EN EL AIRE Y SIN CIMIENTOS A juicio del galardonado, el mundo actual es una realidad "construida en el aire y sin cimientos, formada --añadió-- por muchas copias de originales que se han perdido o quizás nunca han existido".

Claudio Magris agradeció el premio otorgado por la Fundación Príncipe de Asturias como un ejemplo "de la enorme generosidad" con la que "desde el primer momento" se le tratado en España. El premio, dijo, "procura en el ánimo de quien lo recibe un sentimiento de alegría, pero también de incertidumbre, porque nos lleva a hacer balance de nosotros mismos, y los balances a menudo reflejan un déficit".

El galardón subraya el fuerte sentido de Europa que defendió el escritor, que apeló a la fortaleza de la democracia de la que España es, a su juicio, un ejemplo. "En la vertiginosa transformación política, social y cultural, la democracia a veces vacila; España, que en pocos años ha vivido una increíble renovación, es un ejemplo de cómo la modernización puede y debe significar el incremento y la victoria de la democracia".

Magris recordó a Dante cuando decía que había aprendido a amar Florencia a fuerza de beber agua del río Arno "y añadía que nuestra patria es el mundo, como para los peces es el mar". "Europa --agregó-- no significa nivelar las diferencias sino formar un coro armonioso. Así, Oviedo no será menos asturiana ni Trieste menos italiana".