Era el 65º lanzamiento de un cohete Soyuz FG, y hasta el momento, con una impresionante tasa de éxitos: el 100%. El vuelo de dos astronautas con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI) fue abortado ayer, minutos después del despegue desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, al producirse un fallo en el cohete impulsor. El ruso Alekséi Ovchinin y el norteamericano Nick Hague, los dos tripulantes a bordo de la cápsula Soyuz MS-10, pudieron aterrizar poco después, sanos y salvos, en un lugar apartado de la estepa kazaja, a unos 400 kilómetros del lugar del lanzamiento.

Rusia ha suspendido todos los lanzamientos tripulados hasta identificar los motivos del incidente. El plan original consistía en que, tras despegar a las 11.40 de la mañana de Moscú (una hora menos en España) y realizar un corto vuelo de seis horas y cuatro órbitas alrededor de la Tierra, la Soyuz MS-10 debía acoplarse a la EEI. Ovchinin y Hague se unirían entonces al alemán Alexander Gerts, al ruso Dmitri Prokopiev, y a la norteamericana Serena Auñón-Chancellor, que se hallan en la estación orbital desde junio pasado. Todo se truncó unos dos minutos después del despegue, cuando se había separado ya el primer segmento del cohete lanzador y este empezó a fallar. De forma automática, se activó el mecanismo de seguridad, el lanzamiento fue abortado y se separó por completo la cápsula espacial del cohete disfuncional.

La Soyuz MS-10 regresó a tierra sin incidencias, en un descenso aminorado gracias a los paracaídas. Aterrizó finalmente en las próximidades de la localidad kazaja de Khezkazgan.