Trece años después, y tras una larga batalla contra el olvido y el archivo judicial del caso por parte de las víctimas, el accidente del metro de Valencia llegará a juicio. La titular del Juzgado de Instrucción número 21 de la capital levantina decretó en un auto notificado ayer la apertura de juicio oral contra ocho exdirectivos de Ferrocarriles de la Generalitat valenciana. La decisión, contra la que no cabe recurso, da por dirigida la acción civil contra la aseguradora Zurich y contra Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana en concepto de responsable civil directo y subsidiario, respectivamente.

El 3 de julio del 2006, un convoy de la línea 1 descarriló en el centro de Valencia y causó 43 muertos y 47 heridos, un trágico balance que lo convirtió en el accidente suburbano más grave de la historia de España y el tercero peor de toda Europa. La investigación se archivó en cuatro ocasiones y el Gobierno del PP nunca recibió a las víctimas, cambió el nombre de la estación en la que se produjo el siniestro y rechazó siempre cualquier responsabilidad de FGV.

La investigación determinó que el metro circulaba a 80 kilómetros por hora cuando se salió de una curva, el doble de la velocidad permitida, y la jueza siempre consideró que esa era la causa del accidente y que el único responsable era el conductor, que fue uno de los fallecidos. Por eso decretó reiteradamente el archivo del caso. Pero el pasado noviembre, la Audiencia le conminó a seguir adelante con el procedimiento, lo que abocaba el caso a esta apertura de juicio, una decisión que acató pero que en su escrito dejó claro que tomaba por estar «vinculada» a la decisión del órgano superior.

La Asociación de Víctimas y la fiscalía defienden que la empresa tiene una responsabilidad directa en el accidente por entender que, aunque la velocidad máxima era de 40 km/h y la máxima permitida de 60 km/h, no se implementó ningún sistema para impedir que se superaran esos límites.

La fiscalía, que pedirá más de tres años y medio de cárcel para los directivos, apunta a «graves defectos en la configuración y sellamiento de las ventanas» como causa de que «se descorrieran como persianas» y que por eso algunos de los pasajeros fueran «succionados» y arrojados a las vías y, cuando el convoy volcó, otros quedaran a merced de las vías «con fallecimiento inmediato».