Actualmente este monumento está siendo restaurado del deterioro lógico del paso del tiempo, las inclemencias meteorológicas y el daño que causa en la piedra la polución de los vehículos que pasan a diario a su alrededor. ¿Cuál es la historia de este icónico monumento situado en la plaza de Aragón?

Los primeros proyectos que existieron para construir un gran monumento que reivindicara a una de las instituciones más importantes del reino aragonés datan del Trienio Liberal (1820- 1823), momento en el cual triunfa el golpe militar de Rafael del Riego y se obliga al rey Fernando VII a acatar la Constitución de 1812 y el liberalismo. Los movimientos liberales tanto en España como en el resto de Europa trataron de legitimar en la Historia su nueva forma de gobierno, opuesta al tradicional absolutismo. Y para ello comenzaron a buscar hechos o figuras históricas que mostraran la resistencia al Antiguo Régimen y la lucha contra el poder absoluto de los monarcas. De ahí que en España se comenzaran a exaltar luchas como las de los Comuneros en la Castilla del siglo XVI o, en el caso de Aragón, de una de las instituciones más importantes de lo que fue el reino aragonés: el Justicia Mayor.

Antonio Pérez, libertado de la cárcel de los Manifestados por el pueblo de Zaragoza en 1591 Manuel Ferrán

Sin embargo, la cosa se quedó ahí debido a los constantes vaivenes políticos del país a lo largo del siglo XIX, hasta que de nuevo se retomó la idea en el año 1868 tras el triunfo de la Revolución Gloriosa que destronó a Isabel II de Borbón. Aún así la cosa fue para largo y no hubo un proyecto en firme hasta el año 1887, liderado por el fantástico arquitecto turiasonense Félix Navarro. Con el triunfo de las revoluciones liberales que iban acompañadas del surgimiento de los nacionalismos, se fue generando ese movimiento al que llamamos Romanticismo y que buscaba los orígenes de las naciones para legitimarse, símbolos heroicos, etc. Cuanto más antiguas y épicas fueran esas historias, mejor, y si había que mitificarlas y distorsionar la Historia tampoco pasaba nada.

Las élites regionales no fueron ajenas a este proceso y fueron conformando estilos de arquitectura típicos de una zona, como el neomudéjar en Aragón, además de buscar esa historia y figuras bajo las que conseguir una serie de símbolos representativos. En el caso de Aragón se eligió a la institución del Justicia Mayor del reino aragonés como garante de las libertades frente a los excesos de la monarquía y se le puso cara con la figura de Juan de Lanuza V el Joven, el Justicia Mayor que en diciembre de 1591 fue ejecutado en la plaza del mercado de Zaragoza por orden del rey Felipe I de Habsburgo (Felipe II en Castilla). Una vez elegido ese símbolo histórico para Aragón, el ayuntamiento de la ciudad y la Diputación Provincial de Zaragoza costearon aquél proyecto presentado por Félix Navarro junto al escultor Francisco Vidal, que fue inaugurado el 22 de octubre de 1904 en la Glorieta Pignatelli que actualmente ostenta el nombre de plaza de Aragón.

¿Pero qué era realmente el Justicia de Aragón? Era el representante de una institución que era privativa del Reino de Aragón. Es decir, tan solo existía aquí. Su figura representaba una especie de juez intermedio entre la monarquía y el reino enmarcando ese sistema político aragonés que se denomina «Pactismo». En aquel sistema, el monarca no tenía un poder absoluto, sino que tenía que llegar a acuerdos con los miembros que representaban a los cuatro estamentos o brazos del reino (alta nobleza, baja nobleza, clero y universidades) y que se juntaban en las cortes. Si el monarca quería algo de ellos, normalmente dinero, tenía que dar satisfacción a los greuges o reclamaciones que esos estamentos le hacían, y sólo tras llegar a un pacto el monarca lograba lo que necesitaba.

Desarrollo del Justicia

La figura del Justicia parece que tiene su origen a mediados del siglo XII aunque va desarrollando sus prerrogativas a lo largo del tiempo. El mayor impulso a esta institución se produjo en las cortes de 1265 celebradas en Ejea durante el reinado de Jaime I el Conquistador. Desde entonces, el Justicia se encargaba de mediar entre la monarquía y la nobleza cuando existían disputas entre ambas partes. En el Privilegio General de 1283 se confirma su condición de juez mediador además de convertirlo en la persona que presidía las cortes aragonesas en ausencia del monarca. Desde entonces comienza ya a juzgar los pleitos producidos entre los miembros de los diferentes estamentos, convirtiéndose en la figura jurídica suprema y en garante de los fueros y libertades del reino frente al poder de la monarquía.

Con el paso del tiempo el cargo se fue haciendo vitalicio además de hereditario, pasando en muchas ocasiones de padres a hijos, como fue el caso de Juan de Lanuza V el Joven que accedió al cargo tras la muerte de su padre en un momento clave de la historia del reino aragonés. Un momento en el que el rey Felipe I reclamaba la devolución de su antiguo exsecretario, Antonio Pérez, quien se había refugiado bajo el amparo de unos fueros aragoneses que impedían su entrega al monarca y garantizaban que tuviera un juicio justo para los parámetros de la época.

Sin embargo, el intento del rey de saltarse los fueros usando a la Inquisición y después el hecho de enviar a los tercios tras las revueltas foralistas producidas en Zaragoza a lo largo de 1591 provocó que Lanuza declarara esas acciones como contrafuero, es decir, como contrarias a los fueros aragoneses que el monarca había jurado proteger, levantando así en armas al reino. El resto, como se suele decir, es Historia.