Bahnhof, del alemán, 'estación de tren'. Parece que concibes esta tienda como un lugar de paso.

Es un lugar de paso pero con profundidad, que tiene mucho más de lo que parece y donde todo el mundo experimenta, comparte, pero siendo conscientes de que es un espacio comercial.

Me cuesta encasillarlo. Vendes ropa, películas, 'merchandising', decoración… hasta gourmet.

Es normal que te cueste encasillarlo porque yo no me dejo encasillar. No me gustan nada los adjetivos y poner etiquetas es algo que me horripila. Este es un espacio muy plural, y sobre todo personal, vendo todo lo que a mí me gusta. Hace dieciséis años empezó siendo un espacio fundamentalmente textil, pero ha ido evolucionando al igual que su propietario. Ahora mismo te encuentras con la pluralidad. El espacio textil que se mantiene, la parte de caballero, una oferta de libros de todo tipo, una vinculación muy importante con el cine, y también nacieron las zonas gourmet, decoración, el mundo 'toys', el vintage de lo retro de una serie de generaciones, los 70, 80, 90… No me gusta definir Bahnhof como una tienda, creo que es algo más.

"Compro las cosas para mí pero pensando en que las voy a vender"

Como un galerista, compras artículos que te gustan para después venderlos y poder comprar más.

Soy un buscador, un coleccionista empedernido, pero un mal coleccionista porque no me gusta quedarme con nada. Me considero generoso. Compro las cosas para mí pero pensando en que las voy a vender. Cada uno de los elementos de Bahnhof están comprados con mucho mimo y muchísima atención, por eso son productos tan especiales. Creo que ahí está el secreto, el alma de las cosas.

Alejado de cualquier tendencia, en favor de lo diverso y atemporal. JAIME GALINDO

Vamos, que has conseguido hacer del capricho tu sustento.

Tal cual. Es una excusa maravillosa para ser un caprichoso permanente, para disfrutar de los objetos que tengo aquí y de la gente que entra por la puerta y con la que comparto experiencias, ideas, pensamientos... Al final soy un esteta y esto es el preciosismo hecho una galería de arte.

¿Cuál es la moda de Bahnhof? Si es que la hay.

Lo mejor de Bahnhof es que rechaza las modas. Es antimodas. Se trata del concepto más caduco que existe. Y del mismo modo que no creo en las modas también rechazo las rebajas o el Black Friday. Valoro más la autenticidad y la permanencia, el discurso, que el producto que vendo sea auténtico, imperecedero.

"Me gusta verme como el enemigo infiltrado"

Parece que la idea de marcar tendencia te resulta hostil.

 Es aprovecharse de situaciones para que realmente se enriquezcan personas que no conocemos ni tenemos capacidad para saber quiénes son. Lo que se busca es dirigir a la población, al comerciante y empresario en una corriente muy clara que solo beneficia a cinco. Sé que de algún modo yo estoy ahí, pero me gusta verme como el enemigo infiltrado. Tenemos que ir minando el sistema para que se rasgue y se rompa. Estamos en un cambio de paradigma total y hay que aprovecharlo.

Entonces no haces campaña navideña, ni tampoco estás presente en iniciativas como 'Volveremos'.

Me opongo a esas cosas. He participado en todas porque considero que para hablar de algo hay que hacerlo conscientemente, pero en definitiva es pan para hoy y hambre para mañana. Meterte en ese circuito es maleducar al consumidor final, y eso que no somos quién para educar a nadie. Para mí estas campañas globalistas fomentan un comercio mal entendido y un consumo irresponsable, porque lo que hacen es decirle a la gente cuándo tiene que comprar y de qué manera. Y yo me opongo totalmente a la globalización.

¿Qué tipo de consumo defiendes?

El consciente, a todos los niveles, ya no solo del producto y su calidad, sino también de la necesidad que tiene el individuo a la hora de consumir. Ya vale de comprar por comprar, de comprar a precio de saldo, de no valorar todo aquello que hay detrás del producto: la mano de obra, la procedencia, la materia prima…

¿Convives bien con Zaragoza?

Hay gente que piensa que si estuviera en Madrid o en Londres me iría genial, como dando por hecho que en Zaragoza me va mal. Bahnhof es el rara avis, pero está aquí porque tiene que estar aquí, porque es la única manera de ser un pulmón dentro de una ciudad que va en contradirección.    

Bajo las luces. JAIME GALINDO

¿Desterramos lo diferente?

Totalmente. Las grandes promesas acaban muy quemadas de esta ciudad. Zaragoza es muy hostil, no premia lo propio sino lo de fuera, y muchas de las cosas que tiene no se las merece; pero somos unos cuantos románticos a los que nos encanta estar aquí, porque en el fondo tenemos mucha esperanza de que haya más gente que se sume al carro. Pero Zaragoza es francamente ingrata, y durísima, y quien diga lo contrario miente.

El otro día Ramón Celma (PP) le regaló a Pedro Sánchez unas botas de agua en su visita por la crecida del Ebro. Si ejercieses de rey mago, ¿qué artículo de Bahnhof le regalarías tú?

Nada que yo vendiese. En todo caso le regalaría un chito de una de mis plantas, el protagonismo de mi escaparate lo tiene la naturaleza. Creo que es algo muy auténtico, vivo, y me nace de dentro. Le regalaría un chito para que lo plantase y lo viese crecer, y a ver si entendía lo que le quería decir.

 Una película para que Lambán y Azcón vean juntos estas navidades.

'El invisible Harvey', la del conejo gigante. Habla de la relación de un hombre de verdad con su auténtica fantasía. Al final de la película resulta que ese conejo no es ninguna fantasía, que forma parte de él. Es una realidad, esa que ellos, lamentablemente, no son capaces de ver. 

LA RÁFAGA


– Una canción.

– 'So Cruel', del álbum Achtung Baby de U2.

– Un libro.

– 'El conde de Montecristo', de Alejandro Dumas.

– Un plato.

– Pulpo a la gallega.

– Un lugar.

– Hallstatt, una pequeña ciudad en los lagos de Salzburgo.

– Bosque de los Zaragozanos.

– No lo conozco.

– Amancio Ortega.

– No es oro todo lo que reluce.

– Canciller Scholz.

– Todos son iguales, qué horror.

– McDonald’s en el cine Elíseos.

– Un insulto, pero no me sorprende.

– Flores de Pascua.

– Me fascinan cuando están verdes.

– Algo que te aburre.

– La dirección de la humanidad.