Semana Santa, Aragón y Cerdeña

La larga presencia de la Corona de Aragón en tierras italianas supuso también un intercambio cultural que se ve incluso en la Semana Santa

El Descendimiento en Alguer, Cerdeña.

El Descendimiento en Alguer, Cerdeña. / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

La Corona de Aragón tuvo una larguísima presencia en buena parte de la península itálica, especialmente en el sur, que se remonta incluso hasta finales del siglo XIII. La posición de esta región justo en mitad del Mediterráneo, así como su fragmentación política la hacían una zona muy apetecible para varias potencias en plena expansión que querían ejercer su influencia en esa gran «autopista» que era el mar Mediterráneo. Por ahí pasaban todas las grandes rutas comerciales que conectaban a Europa con el lucrativo comercio que venía de Oriente a través de Alejandría, en Egipto, y de Constantinopla, la actual Estambul.

Por eso, entre otras muchas razones, Pedro III el Grande de Aragón se lanzó a la conquista del reino napolitano durante la Guerra de las Vísperas Sicilianas (1282-1302), quedando finalmente Sicilia en la órbita de la Casa de Aragón durante siglos. Fruto de ese conflicto, la Casa aragonesa recibió también de parte del papado de Roma los derechos de conquista de Córcega y Cerdeña, hasta entonces más bajo la órbita de las repúblicas comerciales de Pisa y sobre todo Génova. Esos derechos los ejerció Jaime II (1291-1327) a finales de su reinado en el caso de la isla de Cerdeña. Su conquista fue relativamente rápida, pero como me suele gustar decir, Cerdeña se convirtió en una especie de «Vietnam» para la Corona de Aragón, ya que a la conquista le siguió prácticamente un siglo de constantes rebeliones por parte de los señores sardos, siempre azuzados por los genoveses, y convirtiéndose su dominio en un auténtico sumidero de vidas y de recursos económicos.

Pero finalmente, Cerdeña acabó totalmente sometida, formando parte de los dominios de la Corona aragonesa durante siglos. Eso provocó la llegada de nuevos pobladores provenientes de la península Ibérica, especialmente catalanes y valencianos, pero también aragoneses, que han dejado una profunda huella incluso en la actualidad. No hay más que ver la propia bandera de la isla de Cerdeña conocida como la sos bator moros, y en la que vemos perfectamente la Cruz de Alcoraz con cuatro cabezas de moros con pequeñas modificaciones, pero aun así muy similar al cuartel que luce también hoy en día el escudo de la comunidad autónoma de Aragón.

Pero esa influencia va también a lo cultural, tal y como ha atestiguado en sus investigaciones la doctora María Nogueras Edo, colaboradora de nuestra Start-Up «Historia de Aragón». En sus trabajos ha podido seguir el rastro que ha dejado esa presencia e influencia aragonesa que se ha plasmado incluso en algunos actos de la Semana Santa sarda, aunque también en Nápoles y Sicilia, que mantienen unos rasgos tradicionales propios y que se diferencian bastante a los que se pueden ver en el resto de Italia.

Mientras en Roma, Milán y en otras zonas de Italia la mayor parte de los eventos religiosos de esta Semana Santa se llevan a cabo en el interior de las iglesias, los antiguos dominios de la Corona de Aragón mantienen ese dramatismo de la Semana Santa que vemos en España, y todo ello viene por influencia de la Corona aragonesa. Incluso más, pues en estos casos que nos ocupan no han sufrido cierta aculturación como en España, donde algunas tradiciones propias de la Semana Santa andaluza han terminado por arraigar en otras zonas de España donde no han sido tradicionales hasta hace poco, con la turistificación de esta celebración. Por ejemplo, en el reino de Aragón acompañaban a las procesiones el canto del miserere con instrumentos de sonido ronco, como los tradicionales tambores, pero también con matracas y carracas, esos dos últimos instrumentos típicos aragoneses datados ya en el siglo XII y que precisamente los encontramos hoy en día en Cerdeña por esa influencia aragonesa.

Esto también se ve en la misma indumentaria de los llamados confratelli, que llevan unos hábitos muy similares a los que portamos en Aragón así como el Lu cappucciu, muy parecido al tercerol español, una prenda de cabeza tradicional del mundo agrario y que también ha sido predominante en la isla italiana. Por último, hay que hacer mención al S’incravamentu, el acto que en Aragón conocemos como «el descendimiento» y que proviene de los misioneros franciscanos. Estos utilizaban este «acto teatral» para explicar a través de la imagen a los pueblos indígenas el misterio de la Pasión de Cristo. En el último tercio del siglo XVI y tras el Concilio de Trento, la Contrarreforma de la Iglesia Católica lo adopta y se desarrolla especialmente en los territorios que dominaba la Monarquía Hispánica, entre los cuales estaba la propia Corona de Aragón. Así, el acto que se celebra en Cerdeña hoy en día es muy similar al que vemos en varias localidades aragonesas precisamente por esa influencia al pertener a los dominios de la Corona aragonesa que, todavía hoy, se siguen sintiendo como propios.

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