El dato que muy pocos conocen sobre la construcción de la Torre Eiffel

Un 28 de enero de 1887 se instaló la primera piedra de este edificio revolucionario

Vista nocturna de la torre Eiffel.

Vista nocturna de la torre Eiffel. / GONZALO FUENTES

Sonia Castillejo

Si hay una imagen que pueda alzarse como sinónimo de París, esa es sin duda la torre Eiffel. Es la imagen protagonista de muchas postales, llaveros y todo tipo de souvenirs. Es también el emblema que todo el mundo quiere visitar cuando viaja a la capital francesa. El fondo de millones y millones de fotografías tomadas cada año y, también, el escenario de besos románticos y pedidas de mano. También es un ítem de la lista de deseos de muchos, subir hasta lo alto de sus 324 metros y contemplar la mejor panorámica de la ciudad de la luz.

Un 28 de enero de 1887 se instaló la primera piedra de este edificio revolucionario, forjado en hierro y legado de la revolución industrial, que se convertiría años después en el mayor atractivo turístico de la ciudad, considerada también como una obra maestra de la ingeniería de estructuras. Sin embargo, no todo el mundo conoce uno de los mayores misterios que envuelven la construcción de la torre Eiffel.

¿Por qué se construyó?

La capital francesa fue elegida como sede de la Exposición Universal de 1900, que se celebraba en la ciudad, un año después del centenario de la Revolución Francesa, un evento transformador que acabó con el modelo de las monarquías absolutas europeas. Para una ocasión tan especial, quiso construirse un edificio que mostrar la fortaleza de la sociedad francesa y que fuera reconocible en todo el mundo.

Eiffel fue quien recibió el encargo de diseñar este emblema que, por cierto, lleva su apellido como nombre. Diseño un edificio de estructura vacía elaborado con hierro que, en un primer momento, despertó las críticas de los artistas francesas y de la sociedad parisina. De hecho, hubo hasta protestas en contra de su construcción.

A pesar de los opositores, el proyecto se llevó adelante y se construyó en un tiempo récord, en poco más de dos años. La primera piedra se instaló el 28 de enero de 1887 y su construcción terminó el 31 de marzo de 1889. La imponente estructura de 324 metros de alto y un peso de más de 10.100 toneladas cuenta con más de 18.000 piezas y 2,5 millones de remaches. En su momento, se convirtió en el edificio más alto del planeta.

Sin embargo, tras la celebración de la Exposición Universal, la idea era demoler la torre Eiffel, pensada para ser una construcción temporal. El terreno sobre el que se edificó, en el campo de Marte, muy cercano al río Sena, era propiedad del Ayuntamiento de París y el convenio firmado con Eiffel solo incluía una cesión del solar durante un periodo de 20 años. Así que la torre Eiffel tenía fecha de caducidad: 1909. Aunque, evidentemente, no se demolió; aunque no fue su atractivo turístico lo que la salvó de su erradicación.

¿Por qué no se derruyó?

Fue otro revolucionario invento el que salvó del olvido al edificio más emblemático de París. El consistorio seguía decidido a seguir adelante con su demolición porque, además, no le encontraba ninguna utilidad al edificio. El mayor defensor de la torre fue, cómo no, su creador: Eiffel; quien, tras muchas elucubraciones, comenzó a probar la torre como lugar de emisión de señales telegráficas. La telegrafía inalámbrica comenzó a usarse en la década de 1890.

Fue el 5 de noviembre de 1898, cuando tuvo lugar la primera conexión por radio en código morse desde la torre Eiffel hasta el edifico del Panteón, a cuatro kilómetros de distancia. Un año más tarde, los 324 metros de la torre parisina permitieron realizar una conexión con la ciudad de Londres, a 342 kilómetros de distancia. Este hito permitió que se instalará un puesto de emisiones permanente y fue lo que, finalmente, salvó a la torre Eiffel de su desmontaje.

El hito definitivo se produjo en 1908 cuando se consiguió establecer una conexión de más de 6.000 kilómetros de distancia. De este modo, el emblemático edificio se convirtió en una herramienta estratégica y provocó que la concesión del terreno se extendiera durante 70 años más. Ahora, 137 años después de la instalación de la primera piedra de la torre Eiffel, nadie se plantea que en algún momento se pensara en demolerla.