Temperaturas generalizadas de siete grados bajo cero en la primera semana de abril, una asfixiante ola de calor ya en el mes de mayo y hasta un huracán en Alcañiz hace un par de semanas. A estos episodios de magnitud catastrófica para el campo aragonés, se ha sumado el fuerte granizo de las últimas 48 horas. Se calcula que la localidad turolense de Calanda perderá, prácticamente, toda su cosecha de melocotón, cuando esta ya había quedado muy mermada con esas heladas anteriores que se sucedieron durante los primeros días de abril.

Mientras el granizo volvía a hacer de las suyas este miércoles por la tarde en Calanda, y sin tiempo para recuperarse del pedrisco del pasado martes, las calles de Andorra se llenaban de un manto blanco en solo 25 minutos, el tiempo que transcurrió entre las 16.00 y las 16.25 horas. «Como una nevada», relataba a este periódico Antonio Amador, alcalde de la localidad, quien declaró que los daños materiales iban a ser «cuantiosos», si bien es cierto que todavía era pronto para cuantificarlos.

El consistorio del municipio turolense activó el sistema de emergencia y contó con 20 operarios entre Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil para «la limpieza de las calles». Incluso recibieron una llamada de emergencia por la inundación de la planta baja de una vivienda que no revistió de mayor gravedad. Además, se puso a disposición de los vecinos una ventana donde comunicar todos los desperfectos que habían sufrido. Ahora, serán los técnicos municipales quienes realicen una revisión «más exhaustiva» que termine por precisar la magnitud de esta granizada.

Granizada Lechago

Granizada Lechago M. J. Twitter

A primera hora de la mañana de este miércoles, en Calanda no imaginaban que el granizo volvería a hacer de las suyas. En ese momento, desde la cooperativa San Miguel del municipio señalaban, igualmente, que todavía era «complicado» cuantificar los daños porque la afección dependía de la zona donde había descargado la tormenta de granizo y, también, de la variedad de melocotón sobre la que había apedreado. Carmen Rebullida, administrativa de la cooperativa, señalaba que «llueve sobre mojado» porque la cosecha de melocotón ya se encontraba reducida en torno a un 70% por las heladas de abril. Aproximadamente y «a ojo de un buen cubero», calculaba que el 30% de la cosecha que quedaba aún se podría haber perdido, por lo que habría agricultores a los que solo les quedaría entre un 20 y un 25% de la cosecha total. Sin embargo, el granizo volvía a descargar este miércoles por la tarde allí. Los números todavía fueron más negros y se calcula que la cosecha de melocotón que ha quedado siniestrada ronda el 90%. O lo que es lo mismo: solo se podrá salvar el 10% de la cosecha de esta temporada.

Para Alberto Herrero, alcalde de la localidad, es «un drama» lo que les está tocando vivir. A sus 44 años, nunca había vivido «una helada y una piedra tan generalizada y contundente». Algunos vecinos ya están notificando daños por tejas rotas, canaleras, cubiertas y coches marcados por la piedra, a los que se unió, con la pedregada de la tarde, la inundación del polideportivo municipal. A partir de hoy, y en función de por cuánto se vayan cifrando los daños, no descarta presentar una solicitud para que el municipio sea declarado como «zona catastrófica».

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FOTOGALERÍA | Una descomunal tormenta de granizo asola el municipio de Andorra Servicio Especial / Alejo Galve

«Si no pedrea en Calanda, aún puedo salvar la fruta que me queda». Esto es lo que pensaba este miércoles por la mañana Antonio Palos, agricultor calandino, antes de la tormenta de granizo que descargó por la tarde sobre Calanda y que terminó por enterrar todas sus esperanzas en sacar adelante la campaña. Para él, el martes fue un día «jodido» porque se venía de esa «helada generalizada» que, en su caso, ya había acabado con el 70% de su explotación. De lo que le quedaba, entre un 30 y 40% lo tendrá que mandar para zumo.

Durante esta semana, hubiera comenzado la campaña de recolección y, en condiciones normales, su plantilla de trabajadores rondaría las 20 y 25 personas. Hoy tan solo tiene a su cargo a cuatro operarios de mantenimiento: «Aparte de todo, una de mis preocupaciones son los temporeros porque llevas trabajando con ellos 10 o 12 años y se te echan a llorar cuando les dices que este año no les vas a poder coger».

«Es un mal sobre otro mal, en 22 años que llevo trabajando no había visto nada igual», sentenciaba Palos, quien calculaba que, directamente, se está perdiendo esta temporada entre 400 y 500 puestos de empleo en la localidad e, indirectamente, habría que añadir todo lo que se genera en temas de alojamiento y restauración. «Somos agricultores y somos autónomos, capearemos la situación como podamos», finalizaba resignado Antonio, no sin antes temer con «ir al banco a sacar préstamos» de cara a la campaña del año que viene. 

Así se ha vivido en Andorra la espectacular tormenta de granizo de este miércoles

Así se ha vivido en Andorra la espectacular granizada de este miércoles Servicio Especial