Pocas sensaciones hay peores que tener una casa desordenada. Está comprobado científicamente que nos genera estrés y ansiedad, así como que el orden nos trae felicidad, como bien defiende la gurú Marie Kondo, la gran maestra en este aspecto.

Tenerlo todo desperdigado nos inquieta y hasta que no lo vemos bien no nos sentimos mejor. Y de hecho, una de las peores sensaciones que se puede tener es la de echarse a la cama después de un día duro y saber que el día siguiente va a ser peor y lleno de faena por culpa del desorden.

Por eso hay pequeños trucos que se pueden seguir en el orden y en la limpieza. Uno de los más efectivos es seguir la regla de los dos minutos, que implica hacer en el acto todo lo que podamos y que conlleve menos de ese tiempo. Por ejemplo, lavar tu plato, cubierto y vaso de la comida, recoger la mesa del salón o echar a lavar la ropa al quitárnoslas. Pequeños gestos que hacen mucho.

Algunos imprescindibles

Hacer una limpieza general y a fondo da mucha pereza, pero no hace falta tanto para tener la sensación de que hay orden en el hogar. De hecho, son pequeñas cosas que, si están ordenadas a la hora de ir a dormir, nos darán una buena imagen de la casa y nos ayudarán a conciliar mejor el sueño, sin cargo de conciencia.

En el salón, solo apañando las mantas, las fundas y colocando los cojines ganaremos mucho, igual que teniendo la mesita de centro en condiciones. Retira lo que sea innecesario, los restos y pásale una bayeta o cualquier producto de limpieza. No te llevará casi nada de tiempo.

La cocina es el punto más importante de esa norma. Freepik

La cocina también es importantísima. De hecho, suele ser lo que más ansiedad nos da. Limpiar la vajilla (o tenerla en el lavavajillas y no por la cocina), tener las cazuelas y sartenes perfectas, la encimera y la mesa despejada y desinfectadas son imprescindibles. Por otra parte, escobar y fregar el suelo no te llevará más de cinco minutos.

En el baño, échale un ojo y simplemente limpiando "lo gordo", alguna mancha llamativa, y dejando ordenadas las toallas, los botes o cremas y el resto de elementos será suficiente.

Por lo demás, sigue el mismo patrón: ordena lo básico y lo más visible. Las superficies de tu zona de trabajo o las habitaciones mantenlas vacías, con todo recogido. Comprueba que no hay zapatillas desperdigadas, ropa que no esté colgada en el armario o en el cubo de lavar y planifica el día siguiente. Verás cómo te sientes mucho mejor.