-Chiavette es un grupo vocal centrado en el Siglo de Oro y el primer barroco con un público muy especializado. ¿Les va a costar aún más salir de esta crisis?

-Yo creo que esto afecta a todo el sector en general. Apenas hay dinero y desde el sector tenemos que pensar otras maneras de salir a flote porque las vías habituales, esa cultura en parte subvencionada, no se va a poder mantener en el tiempo. Nosotros ya hemos podido iniciar los ensayos y, como solo somos cinco voces, no lo tenemos tan complicado como los grandes coros. De todos modos, se nos han caído un montón de conciertos. El primero que hemos podido recuperar se celebrará el 1 de noviembre.

-¿Toca reinventarse?

-Esta crisis nos va a obligar a buscar otras fórmulas para mostrarnos al público. Cada vez va a ser más necesaria la autofinanciación con conciertos por suscripciones u otro tipo de incentivos para que sea la gente la que soporte la accción cultural de cada grupo. No podemos depender tanto de otros elementos ajenos, porque tristemente en nuestro país ni se aprecia ni se valor la industria cultural.

-¿Cómo valora la respuesta de la administración durante esta crisis?

-Ha habido gestos, pero insuficientes. Creo que la respuesta ha sido tardía y muy poco sólida. No hay que olvidar que algunos podemos compatibilizarlo con otras labores como las formativas, pero los que viven solo de los conciertos están con una mano delante y otra detrás. Al final la cultura es siempre la primera damnificada porque los presupuestos son reducidos y ahora hay asuntos muy urgentes. El problema es que al sector se nos ve más como ocio, como algo prescindible.

-Y eso que la cultura ha jugado un papel clave durante la pandemia...

-La cultura en general, ya sea el cine, la literatura o la música, ha sido el motor anímico durante el confinamiento y la pandemia. Se nos puso en valor, pero cuando ya hemos vuelto a la nueva normalidad de nuevo hemos vuelto a ser absolutamente prescindibles. Eso sí que desanima, porque parece que nadie quiera ver que esto es una industria que también necesita apoyo.

-¿La música clásica se ha visto especialmente afectada por la crisis que se arrastra desde el 2008?

-Ha habido un resurgimiento de la música antigua, pero es curioso porque la más promocionada ha sido la barroca y la del Renacimiento se ha quedado un poco relegada y se programa muy poco.

-En toda esa época las catedrales eran los antiguos auditorios. Ahora apenas se escucha música en las iglesias...

-Ahora todo se ha reducido a una misa el domingo que no siempre tiene música. Antes era varias veces al día y con músicos e instrumentistas en todas las ocasiones. Las iglesias eran los focos artísticos por excelencia.

-Han actuado en varios países. ¿Este tipo de música se valora más fuera?

-Bueno, creo que ocurre en general con todas las disciplinas. También es la propia sociedad muchas veces la que genera esas diferencias. Dentro de la música antigua, nos sorprende mucho que en Latinoamérica hay mucha actividad. Parece que están más preocupados de cuidar nuestra herencia que nosotros mismos.