¿Qué es lo más extraño con lo que os han confundido?

Con una tienda de muebles. De hecho, a una señora le llegamos a dar el teléfono de nuestra interiorista porque le encantó el sofá que tenemos en la entrada. También nos han preguntado si hacemos masajes, si es un spa, un despacho de abogados o una peluquería.

Carlos, Rubén y Diana son las tres caras que han dado forma a La Venenosa, el estudio de tatuajes que quiere romper la baraja en Zaragoza. Su receta es tan sencilla como revolucionara para un sector acostumbrado a una estética donde domina lo underground: poner luz donde antes había oscuridad y espacios abiertos donde parecía que primaba lo clandestino. "Había que hacer un lavado de imagen del negocio y hacer algo diferente donde no solo venga gente metida en este mundo, sino otro tipo de gente que quizás jamás se había interesado por el tatuaje, pero que al ver nuestro servicio cambie de opinión", explica el primer protagonista citado que, junto con el que le sigue, son los dos socios que podríamos denominar los 'cerebros' del negocio.

Más que una carrera de fondo, el camino para convertir el local en una realidad ha sido un sprint. "A finales de noviembre del año pasado vimos que era un negocio viable y nos lanzamos. Fuimos a Madrid para coger ideas y poco más de dos meses después, el 18 de febrero, abríamos las puertas al público", relata Carlos. En la actualidad, el equipo de La Venenosa cuenta con 10 personas, tres de las cuales son tatuadores y una, perforadora.

La mejor prueba de que el sector goza de buena salud es que los clientes no tardaron en llegar. "Me esperaba un inicio más lento, pero yo no he notado un cambio en la afluencia de gente entre el estudio en el que trabajaba antes a cuando ya empecé aquí", asegura Diana (@dianavampire en la red social Instagram), punta de lanza en la parte artística. Con 14 años de experiencia a sus espaldas como tatuadora, reconoce que, lejos de ser una moda, su profesión ha venido para quedarse. Fidel Prieto, secretario de la Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales (Untap) apoya con cifras, aunque estimatorias por las peculiaridades de la inexistencia de un epígrafe específico en Hacienda que permita calibrar la evolución objetiva de esta actividad, esta mirada.

Uno de los tatuadores de La Venenosa se prepara para hacer el diseño. ANDREEA VORNICU

"En España hay entre 3.000 y 3.500 estudios de tatuaje, de los cuales en Madrid hay casi 500 y en Barcelona 400 largos. Son cálculos estimatorios a partir de los datos de socios o convenciones. En el primer listado de la Comunidad de Madrid en 2008 había en la capital unos 300", contextualiza Prieto. Fue a partir de ese año, con la crisis económica, cuando se produjo una explosión en el sector. "Se produjo un boom entre 2010-2012 porque la gente comenzó a tener que buscar trabajo. Desde entonces va in crescendo. Muchos locales cierran pero otros tantos o más abren porque hay demanda".

"Tinta terapéutica"

Ese es precisamente el detalle que sostiene lo demás. Y así lo expresa Diana: "El cliente que tenemos, tanto en La Venenosa como el de los últimos años, es un perfil que hace 15 años no se tatuaba. Se está saliendo del rol que había tenido el tatuaje y ahora se tatúa un tipo de público más variado". Bajo su opinión, esto ha sido posible por un cambio de tendencia dentro de la sociedad. Tanto derribando los muros levantados en el propio mercado laboral para acceder a un determinado puesto de trabajo si llevabas decorado tu cuerpo como con la existencia de referentes públicos que los llevan y los muestran. Desde futbolistas a cantantes o personas que aparecen en televisión.

El cambio de tendencia se observa en dos frentes. El primero, el perfil que ahora se interesa por los tatuajes es ahora muchísimo más variado. "Hay madres que se los pagan a sus hijos o incluso vienen con ellos a tatuarse, o grupos de amigos o amigas que se lo regalan por el cumpleaños. Pero también mujeres de 80 años; no es lo normal, pero he tenido a muchas. A mí son las que más me gustan porque me dicen que ojalá tuvieran mi edad. Imagino que no se han tatuado antes porque han vivido una época de mucha represión por parte del marido, la familia o la propia sociedad", confiesa Diana.

Recepción de La Venenosa. ANDREEA VORNICU

El segundo viraje viene de la parte del impulso de fondo. La tatuadora de La Venenosa reconoce que dentro de su sector hay quien desprecia las pequeñas piezas en contraposición con los grandes tatuajes que ocupan espaldas enteras, vistos como el paradigma de este tipo de arte. "No creo que haya que despreciar a estar personas que elijan este modelo y es que además es un mercado muy grande". Este cambio va de la mano de la otra gran pequeña revolución en este mundillo que ya se aprecia de un tiempo a esta parte: el tatuaje emocional. "Antes cuando por ejemplo perdías a tu mascota te guardabas una foto; ahora es muy frecuente que vengas y te la tatúes porque la sientes más cercana. Es algo muy poderoso. Lo llamo tinta terapéutica".

Esa es la llave que parece explicar el tremendo auge que se vive hoy en día. De hecho, la Comisión Europea estima que hay un 12% de europeos que al menos tiene un tatuaje. "Prácticamente el 100% de las personas que se tatúan tienen algún tatuaje emocional. Es una manera de empezar, porque luego ya pasas al tatuaje por estética, porque te sientes cómodo, no te ha dolido tanto como pensabas y no ha habido rechazo en tu entorno", contextualiza la artista.

Un futuro ¿asegurado?

Parece claro que el tatuaje ha venido para quedarse. Así lo interpretan los protagonistas de este reportaje desde cualquiera de los prismas. Desde el punto de vista empresarial, Carlos lo tiene claro, tanto como su visión del negocio: "Una vez que tienes un nombre, ya solo te buscan a ti, aunque haya artistas iguales o mejores, pero ya has llegado a un nicho".

Local de La Venenosa. ANDREEA VORNICU

Es más, sus aspiraciones no se detienen con este estudio de La Venenosa en el centro de Zaragoza. "Nuestro objetivo es que nuestros tatuadores tengan una lista de espera de meses, porque eso nos garantiza el trabajo, pero además queremos abrir más sedes y, sobre todo, expandirnos por las vías paralelas del negocio del tatuaje", reconoce.

Prieto, de Untap, coincide en plantear la evolución al alza del sector, aunque con un asterisco. "Va a depender de la demanda y de la economía. No es una moda y está para quedarse, pero esto es un artículo de lujo, no así otros artículos como la leche, por ejemplo. Si el mercado se contrae, la gente que trabaja bien seguirá, pero otros tendrán que cerrar".