La defensa de L. M., que ejerce la letrada Olga Oseira, solicitará la absolución al entender que no existió ningún delito en el traslado del oso desde la frontera entre Austria y Hungría hasta Zaragoza, donde su cliente sostiene que iba a regalarlo a su novia. L. M. declaró en la instrucción que decidió quedarse con el osezno tras haberse encontrado en una gasolinera, cuando regresaba a España desde Rumanía con su amigo, con un grupo de personas que iban a abandonarlo. Le gustan los animales, dijo, y optó por enseñárselo a su novia y entregarlo a un zoo.