Mientras prosigue la previsión de una comercialización lenta pero factible para los próximos ocho años, el plan de negocio deja sin despejar dos de las incógnitas más importantes que arrastra el proyecto pos-Expo. Por un lado, el futuro de dos edificios, el Ebro 4 y 5 (los cacahuetes más próximos al Palacio de Congresos) de los que solo apunta que despejará su destino en los últimos cuatro años del plan de negocio, entre el 2016 y el 2020.La otra gran incógnita, que no aparece en este plan porque no es propiedad de Expo Zaragoza Empresarial, es el Pabellón de Aragón, cerrado a cal y canto desde la muestra internacional del 2008 y para el que se han barajado varios destinos en los últimos tres años. Iba a ser, en principio para Educación, luego se planteó incluir Ciencia y Tecnología, y posteriormente se barajó como sede de la consejería de Justicia e Interior. Al final, lo único cierto es que sigue cerrado a cal y canto, que el deterioro y el abandono en el exterior es progresivo y ni tiene fecha para iniciar las obras de reconversión ni financiación.