Fue el sorteo menos polémico y ruidoso de los últimos años. De hecho, el evento apenas albergó a poco más de una veintena de padres, nerviosos a la espera del número mágico, ese 652 que suponía el punto de partida de las adjudicaciones en segundas opciones.

La expectación y los gritos quedaron reducidos a la mínima expresión por dos razones fundamentales, aunque la principal fue el menor número de alumnos escolarizados respecto a ejercicios anteriores. Aunque también se dejó notar el blindaje --como sostiene algún miembro de la Comisión de Garantías-- al que se ha sometido a algunos centros a través del aumento de ratio a 25 alumnos por aula.

Hubo protestas, sí, como la de Beatriz, que reclamó la apertura de una vía en Montecanal porque "lo tenemos a diez minutos andando de casa pero ahora nos pueden mandar a la otra punta de la ciudad". A su lado, Ana asistía "en apoyo de las familias que, como yo el año pasado, fueron enviadas a un colegio virtual --Valdespartera 2--". Carlos, sin embargo, se daba por satisfecho. "Me quedé sin el Buen Pastor, pero me conformo con tener plaza en uno cercano".