Ha sorprendido en el Gobierno de Aragón que la Cámara de Cuentas esté sacando el informe de fiscalización de los ejercicios del 2012 y del 2013 troceado. No lo esperaban, dicen. Tampoco ocultan su malestar con un órgano incómodo, con el que se ha enfrentado en los últimos meses. Tras las duras críticas y acusaciones del Ejecutivo autonómico hay quien ve detrás del proceder de la institución auditora una venganza.

Lo desmienten desde la Cámara de Cuentas. Fuentes de este órgano fiscalizador aseguran que esta nueva estrategia, la de publicar los informes por partes, y no de forma conjunta como se venía haciendo hasta ahora, obedece a cuestiones prácticas. Conforme van analizando las alegaciones presentadas por el Gobierno --repletas de reproches-- y terminan los documentos, estos aparecen en la página web. El miércoles fue el del Instituto Aragonés de Juventud, ayer de los consorcios, y la próxima semana llegarán otros: empresas mercantiles, otros institutos, fundaciones. Y así hasta terminar con la auditoría de los presupuestos de la comunidad de los años 2012 y el 2013. El proceso podría llevar entre 10 y 15 días. Los últimos informes serán los más relevantes porque se centrarán en los departamentos y en organismos como el Salud.

NUEVO MÉTODO

El sistema es nuevo. Hasta ahora solo aparecía un informe, inabordable por su extensión, que contenía toda la información. Solo daba tiempo a ver los números gordos y difícilmente se descendía a los detalles. El nuevo modelo de trabajo, además de dar un titular diario a la Cámara de Cuentas --que preside Antonio Laguarta--, permite un acceso mucho más pormenorizado, detallado y tranquilo a cada organismo, instituto o empresa que compone el presupuesto de la comunidad. Si se quiere máxima transparencia, como dice el Gobierno de Aragón, este método es mejor.

Otra cosa distinta es que a 94 días de las elecciones y con la lupa ciudadana puesta sobre el uso que se le da al dinero público, al Ejecutivo autonómico le interese desayunarse día sí y día también con informes que ponen en duda su gestión. Es entendible que no, que en el Pignatelli hubiesen preferido un solo informe, con miles de páginas y números.

No está siendo así. La Cámara de Cuentas aragonesa sigue el modelo usado por órganos semejantes de otras comunidades o por el Tribunal de Cuentas. Aseguran desde el órgano fiscalizador que no tiene nada que ver con el cisma que existe entre la institución y el Ejecutivo autonómico. Evitan cualquier tipo de polémica, pero mantienen que este sistema les parece más adecuado para presentar informes de ejercicios completos --en este caso dos-- de una comunidad autónoma. Así que, insisten, no van a rectificar ni cambiar a estas alturas por mucho que en el Gobierno estén molestos, recelosos e incluso enfadados con la actitud de una institución a la que han intentado amedrentar y cuestionar su independencia. Todo por una filtración que perfectamente hubiese podido producirse desde el Pignatelli.