La investigación sobre el accidente que se cobró la vida de seis trabajadores de Pirotecnia Zaragozana, el pasado lunes, se prevé larga. La Policía Judicial de la Guardia Civil todavía está recogiendo pruebas y realizando fotos de esta fábrica de fuegos artificiales situada en el barrio rural zaragozano de Garrapinillos, pero ya han comenzado a tomar declaración a los supervivientes.

Y es que la onda expansiva arrasó de tal manera la campa que la Benemérita está teniendo importantes dificultades para confeccionar este atestado. A esto hay que añadir, según fuentes consultadas, que todavía existe peligro en la zona ante el tipo de materiales que continúan almacenados en las instalaciones. Una situación que les limita sus movimientos. La presencia de los efectivos de desactivación de explosivos de la Comandancia de la Guardia Civil en Zaragoza, conocidos como Tedax, así lo atestigua.

TESTIGOS

Mientras algunos miembros del instituto armado se encontraban ayer en esta zona cero, otros citaron a los supervivientes de esta tragedia para intentar concretar qué pudo pasar el lunes 1 de septiembre sobre las 14.10 horas. Con su relato, en condición de testigos, los agentes pretenden saber dónde estaba cada uno, qué labores estaban realizando y las medidas de seguridad que tomaban.

Una información que combinarán con el resto de hallazgos que han sido intervenidos y que van a ser estudiados de forma pormenorizada para el pertinente informe que será entregado a la magistrada del Juzgado de Instrucción número 10 de Zaragoza, María José Bello, con el que dirimir las posibles responsabilidades penales o civiles que puedan observarse.

Fuentes del instituto armado consultadas reconocen la dificultad de saber qué pudo pasar realmente. No obstante, siguen trabajando con la hipótesis de que la detonación se produjo cerca de un polvorín cuando se descargaban cohetes. En esta zona estaría situado el trabajador que estuvo quince horas desaparecido, hasta que la Guardia Civil encontró sus restos junto a una granja y un campo de cereales de las proximidades.

Según publicó este diario, la posición de este vehículo modificó la onda expansiva inicial que, a su vez, afectó a otro que había en las inmediaciones y que multiplicó la deflagración hasta el punto que derribó una veintena de casetas en las que los operarios hacen de forma individualizada las mezclas de los componentes de los cohetes. En total había 82 casetas, si bien no todas estaban en pleno uso, ya que Pirotecnia Zaragozana redujo su plantilla de un centenar a 43 personas cuando fue adquirida por el grupo francés Etienne Lacroix.

SEGURIDAD

Los investigadores deberán analizar si estos vehículos cumplían la normativa para el traslado del material pirotécnico. Es decir, si llevaban protección interior ignífuga. En uno de los casos no habría ninguna duda, ya que, a pesar de los 400 kilos de material químico que transportaba, no estalló. Fue el camión que durante varias horas los Bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza estuvieron mojando para refrigerarlo y evitar otra desgracia.

Una de las cuestiones que, según los expertos, resulta más extraña es cómo un producto terminado es capaz de arder, ya que necesita 250 grados como mínimo para que se inicie solitariamente. Un material que suele pasar una serie de pruebas de temperatura antes de obtener el visto bueno para ser transportado.

FRANCIA

El grupo Etienne Lacroix continúa vaciando de material la histórica fábrica zaragozana. Después de que anteayer quemara de forma controlada la pólvora más inestable, así como otras sustancias como el aluminio negro --que reacciona mal al agua--, ayer comenzó el traslado de efectos a sus instalaciones en Francia. Los Tedax y los Bomberos de Zaragoza volvieron a supervisar estos trabajos para evitar incidentes.

El futuro de una de las empresas líderes del sector en España sigue siendo una incertidumbre. Como señaló su director, Miguel Sanz, es momento de estar junto a las víctimas.