La historia del montañismo aragonés es una sucesión de grandes conquistas en las cimas de los cinco continentes. Pero estos éxitos están trufados con las tragedias por las muertes de algunos de los mejores himalayistas aragoneses. El primer gran drama fue la muerte de Javier Escartín, Lorenzo Ortiz y Javier Olivar en el descenso del K-2. Los alpinistas de Peña Guara perdían la vida el año 95. Cuatro años más tarde Pepe Chaverri se mataba en el ascenso a la pared alpina de las Grandes Jorasses. El día del Pilar del 2001 Pepe Garcés se mataba en el Dhaulagiri. Ese mismo año había subido, por fin, el K-2 con Carlos Pauner, que recogió el testigo ochomilista del zaragozano.