Noche larga y tensa en Egipto. Ante la desaparición de la policía de las calles del país y el creciente clima de anarquía, los egipcios recurrieron anoche a patrullas vecinales para intentar frenar los saqueos y el pillaje. En muchos cruces se levantaron barricadas de seguridad, vigiladas por hombres jóvenes con palos y cuchillos que daban el alto a los intrusos y a los coches desconocidos.

Pese al toque de queda, vigente de las 16.00 horas de ayer hasta las 08.00 de esta mañana (una hora menos en España), el Ejército recomendó a los ciudadanos que se organizaran para proteger sus propiedades.

El clima de inseguridad contribuyó a que anoche remitieran las manifestaciones. A medianoche no quedaban más que unos cientos de personas en la céntrica plaza Tahir, epicentro de las protestas de El Cairo. Aun así, continuaron los incidentes. El Club Nacional de Prensa fue incendiado y se produjeron enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los manifestantes junto a la sede del Ministerio de Interior.

La guardia presidencial ha reforzado la seguridad en el Museo Egipcio, joya patrimonial del país, después de que el viernes y el sábado algunos ciudadanos entraran en el edificio y causaran algunos destrozos.

CRÍTICAS AL EJÉRCITO

Hoy es día laborable, pero el Gobierno ha decretado el cierre de escuelas, universidades, instituciones públicas y la Bolsa. La mayoría de comercios están cerrados y el tráfico es fluido, más bien escaso, en una urbe acostumbrada a los atascos permanentes.

Se mantienen las patrullas vecinales en los cruces de la capital y el Ejército solo vigila las sedes de instituciones y algunos lugares estratégicos. Su pasividad ha empezado a despertar las críticas, al tiempo que crecen las voces que acusan a la policía de estar detrás de los saqueos y del pillaje. Es muy difícil probarlo, pero lo cierto es que la nueva situación solo beneficia al régimen. En las calles, la radio y la televisión, la gente ya ha empezado a decir que lo más importante ahora es recuperar la seguridad.