El presidente egipcio, Hosni Mubarak, mantiene el pulso a los cientos de miles de egipcios que ayer, por quinto día consecutivo, se echaron a la calle para pedir su dimisión. Ahora es el Ejército el que se ha hecho cargo de la seguridad en las calles. A diferencia de la policía, encargada de reprimir hasta ahora las protestas, los soldados montados en sus tanques se limitan a proteger los edificios del Gobierno y lugares estratégicos de la ciudad. El Gobierno extendió el toque de queda a partir de las cuatro de la tarde aunque muchos egipcios lo volvieron a desafiar, protestando hasta bien entrada la noche.

Como primera medida política a la crisis, Mubarak nombró ayer, por primera vez desde que se hizo con el mando del país hace 30 años, a un vicepresidente, Omar Suleimán. También designó a un nuevo primer ministro, Ahmed Shafiq. Ambos tienen un pasado militar. Suleimán es el exjefe de los poderosos servicios de espionaje del régimen, que dependen del Ejército. Es un hombre próximo al presidente, aunque poco conocido por el pueblo. Suleimán se perfila como posible sucesor de Mubarak en el caso de que este abandone el poder. Algunos analistas consideran de, que ser así, arrancaría una transición dirigida y tutelada por el Ejército.

Pero ni los nuevos nombramientos ni el mensaje que envió Mubarak a la población el viernes han servido para aplacar la ira de los manifestantes. Las protestas empezaron ayer a media mañana, cuando miles de cairotas de diferentes barrios llegaron a pie hasta la plaza Tahrir (Liberación), el espacio convertido en uno de los símbolos de la revuelta. Los manifestantes caminaban mientras esquivaban en el camino los restos de la batalla campal del viernes: vehículos carbonizados, piedras, mobiliario urbano hecho añicos y neumáticos humeantes.

"VETE, LADRÓN E IDIOTA" Anoche todavía ardía el edificio del partido gubernamental, a apenas 50 metros de uno de los laterales del Museo Egipcio, en la plaza Tharir. "Ha sido gente del Gobierno el que lo ha quemado. Antes lo han saqueado", dijo un hombre. Un joven, con el rostro oculto bajo un pañuelo escribió, brocha en mano, en una pared del edificio en llamas y con pintura roja: Vete Mubarak, ladrón e idiota.

En algunos barrios se registraron, por segundo día consecutivo, actos de pillaje y saqueos en tiendas y restaurantes. Hubo zonas donde los vecinos se echaron a las calles para protegerse de bandas llegadas de otras áreas. "Vamos armados con cuchillos, barras de hierro y madera, incluso con pistola, para protegernos de los ladrones", afirmó por teléfono a este periódico Hasán, vecino de Nazlet El Samman.

En esta zona, el Ejército solo está presente en la avenida Al Ahram, una calle de 7 kilómetros que acaba en las pirámides. En ella, la noche del viernes, fueron saqueadas tiendas y asaltadas varias salas de fiesta donde se vende alcohol. Ghada Shahbender, activista de derechos humanos, denunció a este periódico que muchos de los asaltantes "son delincuentes que la policía sacó ayer de varias cárceles y les dio armas para que aterroricen a la población". Parece que la lucha en las calles va a seguir mañana.