Venderle al Gobierno de Aragón el proyecto Gran Scala les llevó a los promotores casi un año. Sucesivas reuniones semisecretas fueron jalonando un proceso en el que el consejero de Industria, Comercio y Turismo, Arturo Aliaga y el director general de dicho departamento, Juan Carlos Trillo, creyeron que estaban pescando inversores, cuando eran éstos quienes les pescaban a ellos.

Debió ser divertido: viajes aéreos en primera clase o en jets privados, limusinas, suites en algunos de los más lujosos hoteles del mundo, obsequios finos, comidas en restaurantes exclusivos e incluso una discreta y honorable noche de fiesta en el Lido de París. De esta forma, a primeros de noviembre del año pasado, antes de hacer pública información alguna sobre el tema, Aliaga ya se dirigía a los directores de International Leisure Development (ILD) con una carta en la que les expresaba su apoyo total y el de la DGA, y les prometía infraestructuras, suministros, legislación a la medida e incluso suelos.

BIEL SE ENTERA

La primera vez que José Ángel Biel, vicepresidente del Ejecutivo autónomo y jefe máximo del PAR, oyó hablar en detalle de la neociudad del ocio fue en el restaurante Edelweiss de Madrid. Aquella mañana se había presentado en el Congreso de los Diputados la reforma del Estatuto de Aragón. En medio de la euforia del día, a Biel la idea de lo que luego se denominaría Gran Scala le encantó. Tanto que poco a poco la hizo suya, birlándosela literalmente a su compañero de partido el senador José María Mur, quien había sido hasta entonces el contacto político fundamental. Mur ha acabado distanciándose ostensiblemente del proyecto.

Biel recibió esas primeras explicaciones de boca de Fernando Muniesa, quien asegura ser el verdadero inventor de Gran Escala. Muniesa es otro personaje fuera de lo común. Ocupó puestos de alta responsabilidad en el Ministerio del Interior durante la época de UCD. Desde entonces mantiene unos vínculos muy especiales con los servicios secretos y la industria bélica española. Ejerce como asesor, intermediario e incluso partícipe de los más variados y complejos negocios. Y es un viejo amigo de Mur.

Muniesa y un socio suyo llamado Josep Espadalé conocían previamente a Christian Colus y a través de él a Paul Stephan Allegrini (los cerebros del frustrado casino virtual Goldenpot). Colus acababa de convertirse en director comercial para Francia y España de la multinacional australiana del juego Aristocrat. Al grupo se unieron pronto dos profesionales del sector de las tragaperras, Josep Carreras y Jaume Riera. Buscaban nuevas oportunidades. Muniesa se sacó de la manga un gran complejo de ocio y diversión. A finales del 2006, el asunto estaba en marcha. José María Mur fue informado. Él sugirió hablar con Arturo Aliaga. Aristocrat estaba en la pomada e invitó a Aliaga, Mur, Espadalé y el propio Muniesa a la Feria del ICE Show en Londres (23 y 24 de enero). Así empezó a girar el carrusel. La comida en el Edelweiss oficializó plenamente el tinglado.

Los promotores de Gran Scala fueron invitados a visitar Aragón. Lo encontraron muy adecuado. Lo cierto es que ni entonces ni nunca habían dispuesto de otra opción. Tras las elecciones municipales y autonómicas, a la vuelta del verano del 2007, llegó la fase final. ILD había sido constituida en julio. Poco antes, sus cerebros habían convocado a Mur, Aliaga y Trillo en París.

INVERSIÓN PROVECHOSA

Si ILD ha invertido algún dinero en esta jugada, lo ha hecho precisamente en la fase de precalentamiento. Había que deslumbrar a los clientes. En la capital francesa rizaron el rizo: estancia en el muy restringido, discreto y lujosísimo hotel Saint James, donde les esperaba el polémico hombre de negocios André Guelfi. Almuerzo en el restaurante Guy Savoy con vinos y champagne de lo mejor, regalo a cada visitante de una exquisita cartera de piel de cocodrilo. Por la noche, los fascinados representantes del Gobierno aragonés asistieron al espectáculo del Lido en primera fila. Y el champagne siguió corriendo.

Durante el mismo verano el proyecto fue presentado formalmente al presidente Iglesias. Pero en el seno del grupo promotor surgieron las primeras grietas. Muniesa y sus socios (que iban a ser la parte española de ILD pero quedaron fuera) fueron desplazados por Allegrini y Colus secundados por Riera y Carreras.

En noviembre todo estaba listo. Aliaga escribió a los directores de ILD una carta firmada de su puño y letra (ver reproducción en esta misma página) en la que les brindaba un apoyo absoluto. La opinión pública aún no sabía nada de nada. Pero el pacto ya era un hecho.

La misiva del consejero muestra una entrega total de éste a los jefes de ILD. El entusiasmo se acrecentó durante el viaje a Estados Unidos (Miami y Las Vegas). Nuevos entornos lujosos y, finalmente, la noticia salta a través de Reuters. En Aragón sólo Heraldo había sido advertido por Biel, quién se aseguró la colaboración del diario decano.

La presentación pública celebrada el 12 de diciembre en el Salón de la Corona corroboró el alejamiento de Mur y de Muniesa. Allegrini y Colus se entendieron directamente con Biel y Aliaga. ILD había puesto en marcha el carrusel.