José Luis fue uno de los miles de interinos que acudió al Inaem a primeros de julio. El Departamento de Educación había dado marcha atrás en su decisión inicial y, por primera vez, suprimió el cobro del verano a este colectivo. Su contrato, pues, concluyó el 30 de junio, así que "hice los papeles para cobrar una prestación porque, afortunadamente, tenía derecho a ella hasta septiembre".

Porque José Luis confía en volver a su trabajo en el colegio El Espartidero, en Santa Isabel, cuando comience el curso. "Este será mi cuarto año como interino y llevo dos en el centro. Confío en seguir, aunque no depende de mí". Lo dice porque calcula que, en el curso 2013-14 habrá una reducción de "alrededor de 1.000" interinos. Él, a sus 39 años y con doble titulación --es profesor de Francés en Primaria y de Historia en Secundaria-- se muestra optimista. "Más o menos, vas haciendo tus cuentas y creo que seguiré".

Esas cuentas obligan a recurrir a dos listas. La primera, la que publica la DGA y que recoge las vacantes sin cubrir por falta de personal definitivo en los centros y, la segunda, la que establece un ránking de interinos de acuerdo a su puntuación obtenida en el concurso de méritos y el examen de oposiciones. "Mirando ambas ya te puedes hacer una idea y yo estoy bastante arriba y hay plazas de Frances, así que...".

Casos delicados

Pero José Luis, padre de un hijo y con una situación familiar estable, advierte de que está rodeado de casos mucho más difíciles. Como el de un amigo suyo, que, tras 15 años como interino y más de una década de pueblo en pueblo, ahora, con dos hijos y un piso, por fin, en Zaragoza, se ve obligado a volver a marcharse. "Antes, cuando uno empezaba a trabajar, era muy difícil dejar de hacerlo y la gente se hacía sus planes, pero, ahora, gente que llevaba cinco años trabajando ya no lo hace o tiene que volver a salir porque no hay plazas y, si eres interino en Aragón no puedes rechazar un puesto, sea donde sea".

Porque, para él, la raíz del problema es evidente. "Cada año hay menos vacantes porque, al aumentar las horas lectivas y la ratio, hay menos plazas y se llevan varios años sacando menos plazas en las oposiciones de las que realmente se necesitan". Eso conlleva a "un alto porcentaje de profesorado interino, que debería ser para cubrir vacantes y plazas excepcionales, pero que trabaja todo el año para esas plazas de funcionario que no se cubren para ahorrar". En Aragón, el porcentaje de interinidad es superior al 20% cuando, por ley, debería ser el 7% del profesorado. "Somos trabajadores con plaza, pero sin derecho", dice.

Así que José Luis pasa el verano cobrando una prestación de 1.200 euros. "Casi más que trabajando". Por eso, no acaba de entender la decisión de la Administración educativa de suprimir el cobro del verano apelando a una cuestión de ahorro. "No creo que hayamos sido menos de 3.000 los interinos que hayamos ido al paro y es verdad que se ahorran ese dinero, pero la mayor parte que trabajamos todo el año tenemos derecho al paro y, además, han tenido que pagarnos un finiquito, así que lo que la Administración se ahorra por un lado lo paga por otro".

Para José Luis, la actual situación del colectivo responde a una intención clara. "Sufrimos un desprestigio continuo hacia lo que hacemos solo por ahorrar" y se refiere, asimismo, a la fecha de contratación en septiembre. "En lugar de incorporarnos el día 1 lo hacen apenas dos días antes del inicio de curso, por lo que no podemos organizar los grupos ni participar en claustros". De hecho, advierte de que "muchos centros tienen hasta un 50% de profesorado interino, por lo que preparar el curso con la mitad de la plantilla es muy complicado".

A un mes del comienzo de las clases, José Luis se congratula de contar con el respaldo del centro educativo en el que trabaja y al que esperar volver, pero, si lo hace, lo hará cuando todo esté ya en marcha. "Contar con nosotros tan tarde demuestra desconocimiento acerca del funcionamiento de un centro educativo", sostiene al mismo tiempo que censura que esa decisión no haya sido extrapolada a los centros concertados. "Allí, los profesores tampoco son funcionarios, pero no se miden con el mismo baremo ni se les quitan las vacaciones".

Tampoco le gusta el próximo cambio en la baremación de los interinos y que dará más relevancia a la nota obtenida en las oposiciones sobre la experiencia. "Es para disponer de gente joven que no les dé mal. Todo va en consonancia".

Por eso, asegura que se ha impuesto una "política general de precarizar el trabajo del profesorado en general y del interino en particular. Te vienen a decir que no mereces vacaciones y que no somos necesarios" y aunque su vocación le obliga a seguir, admite que "si tuviera unos años menos, igual me buscaba otro trabajo en el que no nos bajaran las condiciones cada año aunque me gusta ser docente y, mientras pueda, seguiré".