A sus 70 años Miguel Reina Santos confía en que el fútbol le devuelva al Atlético de Madrid la gloria que tuvo al alcance de la mano en aquella final de 1974. Ese encuentro lo perdió el conjunto rojiblanco a escasos segundos del final con un tanto de Schwarzenbeck en la prórroga, que supuso el empate y que dio paso a un segundo partido, en donde el Bayern goleó al equipo español (4-0).

--Desde que el sorteo emparejó a Atlético y Bayern no ha tenido más remedio que repasar aquella noche del 14 de mayo.

--Parece que fue ayer. Todavía duele. Es difícil vivir con eso. Se lo voy a contar antes de que me lo pida. Quedaban unos segundos, vi que algunos compañeros ya se abrazaban. Hubo un saque de banda. Teníamos que haber lanzado el balón a la grada, donde estaba el publico español o darle dos besos al árbitro o invitarle a cenar. No lo hicimos y subió Schwarzenbeck, que no era el mejor, y lanzó un disparo pegado al poste derecho. Casi no me lo podía creer. El resto lo sabe todo el mundo.

--Se ha dicho que cuando lanzó el defensa alemán usted ya se había quitado los guantes...

--Antes no se estilaba eso de llevar guantes, aunque los había. Eran de lana gruesa y había que mojarlos para poder tener más tacto. A mí me los hacía una vecina, Pili, con hilo de cashmere. Nada que ver con lo que lucen hoy los porteros.

--Otro de los rumores que corrió fue que el disparo de Schwarzenbeck le pilló hablando con un fotógrafo que estaba cerca del poste...

--Me había ido a la taquilla a ver cuánto se había recaudado por el partido. No hombre, no. Nada de eso, por Dios. Estaba centrado en lo que sucedía y solo quería oír el pitido final del árbitro para poder abrazarme con mis compañeros.

--¿Cómo se pasa de triunfador a derrotado en segundos?

--Es algo tremendo. No puedes asimilarlo. Te crees que es una pesadilla y cuando ves que ha sido algo real, maldices todo. Esa noche no pudimos dormir ninguno. Física y psíquicamente estábamos destrozados. Juan Carlos Lorenzo, nuestro entrenador, intentó animarnos sin ningún éxito. No había consuelo posible. Habíamos realizado un gran encuentro ante un rival con nueve campeones del mundo y nos quedamos sin premio. Curiosamente, fuimos campeones del mundo porque el Bayern no quiso jugar la Intercontinental. Lo hicimos nosotros y se la ganamos al Independiente de Avellaneda.

--¿Cree que aquella final de Champions ante el Madrid rescató el apelativo de El Pupas?

--No, por favor. Eso se acabó cuando se consiguió el doblete. También se enterró ese cartel que teníamos con la Liga de Simeone y al volver a entrar en una final europea.

--¿Con el 1-0 de la ida ve al Atlético capacitado para pasar a su tercera final de Champions?

--Por supuesto. Este equipo ha demostrado que se puede codear con los más grandes. Hay jugadores de calidad y Simeone les estimula hasta hacerles creer que son los mejores. Este equipo huele sangre, desde el primero al último. Veo más cerca la revancha de aquella horrible noche del 74. Lo van a hacer con un par de cojones. De momento he acertado con el 1-0 de la ida. Para la vuelta aposté por el 1-1. Veremos.

--Simeone aparece como el gran artífice del drástico cambio que se ha producido en el equipo...

--Desde luego. La entrega es total. Simeone se siente un jugador más. Su rigor táctico es absoluto. Basta con apuntar que el Atlético es el equipo menos goleado de Europa. El Cholo ha inculcado compañerismo, unión, entrega y trabajo.

--En el caso de que el Atlético elimine al Bayern y se plante en la final, ¿a quién prefiere?

--El que sea. Me da igual. Primero quiero que el Atlético supere el encuentro ante los alemanes, aunque después de lo del otro día en el Calderón, me veo en la final. Creo que el Madrid ha dado un paso muy importante para meterse en la final con el empate a cero.