La Gerencia de Urbanismo decide hoy buena parte del futuro sobre la actividad hostelera que se realiza en el edificio Aura. Los grupos políticos en el Ayuntamiento de Zaragoza velan armas a la espera de un debate político que, según indicaron algunos de ellos, se precipita cuando existían conversaciones para regularizar la situación del inmueble con la obtención de la licencia. De momento, tanto el titular y solicitante, el Centro de Natación Helios como las empresas que explotan sus instalaciones como restaurante y discoteca, rehusaron ayer hacer declaraciones, mientras quienes sí lo hicieron fueron los vecinos que durante años se han mostrado críticos con su construcción, la asociación Actur Rey Fernando, que ahora le piden al consistorio que audite el convenio suscrito con Helios. Para «comprobar si se ha cumplido con lo que se firmó».

Así lo indicó ayer, en declaraciones a este diario, francisco Lázaro, quien destacó que ese acuerdo del consistorio «decía que se tenía que edificar un centro de actividades náticas gestionado por Helios pero abierto a todo el público». «Queremos que se compruebe si todo lo que se acordó se ha realizado», añadió.

Su posición siempre ha sido de rechazo frontal a un acuerdo que ponía fin a una complicada discusión por la que el ayuntamiento expropiaba más de 1.300 metros cuadrados de suelo a la antigua chatarrería que se ubicaba en esos suelos. Unas parcelas que se dedicaron a zonas verdes --en torno a 800 metros-- y al propio edificio Aura, a la que se destinaron unos 500 metros cuadrados. Con todo, se cedía el derecho de superficie sobre ese suelo municipal a Helios por un periodo de 75 años, a coste cero y como compensación al retranqueo que tuvo que hacer de sus instalaciones para el plan de riberas de la Expo del 2008. Ahora los vecinos quieren poner la lupa en aquel convenio, revisarlo y aclararlo.

Una expropiación que no culminó en su totalidad, ya que el consistorio no pudo obtener en los tribunales la parte de la chatarrería que su dueño se negaba a expropiar. Un terreno contiguo que el señor Quintín, su propietario, mantuvo en su poder y sobre el que hoy, curiosamente, cuelga el cartel de se vende.