Tras cincuenta años en la sombra, la imagen del eccehomo de Llovet volverá a recorrer las calles zaragozanas. Esto será posible gracias al restaurador Francho Almau y su equipo. Este zaragozano lleva años colaborando y ayudando a las distintas cofradías de la capital aragonesa a prepararse para la que consideran como la "época más especial del año". Entre otros muchos trabajos, Almau ha ayudado a recuperar imágenes religiosas de siglos de antigüedad, ha asesorado para mejorar distintas procesiones, e incluso ha participado en ellas como un miembro más. Además, es un conocido experto en Dolorosas. Su última misión: darle un nuevo brillo a esta pieza, de casi 200 años de antigüedad, lo que ha conseguido después de un año de dedicación.

En la procesión le acompañará la otra figura, la de San Felipe, que celebrará su 50 aniversario. La exhibición de ambas imágenes religiosas tendrá lugar esta tarde, en la procesión de la Cofradía del Santísimo Eccehomo y Nuestra Señora de las Angustias. "Es todo un honor y una suerte haber podido trabajar con una pieza de estas características", opina Almau.

La imagen restaurada fue tallada por el escultor alcañizano Tomás Llovet en 1818 para ser la principal de un conjunto procesional que se conocería como el Balcón de Pilatos. Desde 1948 hasta el 1967 fue procesionado por la cofradía del Santísimo eccehomo. "Fundamentalmente, lo que me pedían era la consolidación estructural de la pieza, para poderlo sacar en la procesión", cuenta Almau. La escultura de Llovet saldrá esta tarde, por fin, de la iglesia de Altabás, en la que abrirá la procesión, mientras que el de San Felipe la presidirá. Esta última obra data del siglo XV, y está considerada como la mejor pieza que sale a la calle en la capital aragonesa.

Francho Almau lleva encargándose muchos años de dar una nueva vida a algunos de los elementos religiosos que portan las diferentes cofradías zaragozanas. "Siempre que puedo intento colaborar con todas las que me lo piden, no puedo negarme", comenta. Con el tiempo, se ha convertido en un experto en recuperar este tipo de imágenes, y sobre todo, en Dolorosas.

Entre otras, ayudó a la restauración de La Soledad de Palau, que pertenece a la Sangre de Cristo, y ha retocado distintas vírgenes de otras comunidades autónomas. "Hay que poner especial atención y cuidado en las manos y en la cara de las Dolorosas, y luego hay que estudiar y reforzar el anclaje de los brazos, que suelen ser articulados, o la posición de las manos. Muchas veces hay que sustituirlos. Y fijarse en los detalles: si le falta alguna lágrima, hay que reproducirla y adherirla", explica Almau. Actualmente está colaborando en los últimos retoques de una nueva virgen que portará la cofradía de la Crucifixión. "Estoy asesorando en cómo podría llevar la indumentaria y en la forma de llevar la imagen en la carroza", cuenta el restaurador.

Sin embargo, uno de los trabajos que recuerda con mayor orgullo es la recuperación del Cristo en la Cama, de la Sangre de Cristo. "Ha sido uno de los más complicados, y eso unido a que es un símbolo en la ciudad, hicieron que su restauración fuese muy especial. Lo recuerdo como algo muy complicado porque tiene una gran diversidad de materiales y había sufrido muchas alteraciones desde que se creara en 1640", confesó Almau.

"Aparentemente, restaurar un paso es similar a hacerlo con cualquier otra pieza artística, porque las técnicas son las mismas. Sin embargo, tengo un especial cuidado con imágenes y elementos de Semana Santa", continúa Almau. "Las alteraciones que sufren este tipo de piezas son distintas a otras más estáticas".

"No concibo mi vida sin la Semana Santa, gracias a ella he podido vivir momentos muy especiales", afirma Almau. El restaurador pertenece a la cofradía de la Oración del Huerto de Zaragoza desde 1993, y hace tres años se unió a Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, debido en parte a una de sus últimas colaboraciones: ayudó a mejorar la talla de la Virgen de la Piedad.