Cómo es esto de la vida. Un día estás abroncando a alguien porque ha dejado gotas de pis en la taza del váter y, al día siguiente, se muere. Le echas en cara que ha dejado la ropa interior desperdigada por el suelo, no te ha llamado, te ha hecho una mala foto, te ha perdido algo o te lo ha roto, se olvidó de tu cumpleaños o, lo que es peor, te regaló una báscula, te hace un filete poco hecho, no te deja respirar agobiándote a tareas, se le olvidó comprar vinagre, no te permite que le toques la pierna con los pies fríos cuando te echas a la caIGUÁZEL Elhombre* ma, no tiene tiempo para quedar contigo o se ríe porque te has caí- do de la forma más tonta. Le reprochas todo eso y luego se muere. Tú te quedas con el sentimiento de culpa de haberle echado en cara esas cuatro gotas de pis, y te sientes ridículamente culpable por si la causa de su muerte tiene algo que ver con tu enfado. Te quedas fastidiada porque tu despedida de esa persona ha sido una trifulca por quita de aquí esas gotas de tu meada. Y piensas que nada fue grave. Incluso cuando la persona fallecida era de la peor calaña, no importa, mejora al morirse. Se convierte en modelo a seguir por obra y gracia de la parca. Así actúa la culpa. Te retuerce el estómago para que vomites gloria, como si de ti dependiera acolchar con elogios el lugar del descanso eterno. Ya cido. El presidente del Gobierno confirma que habló con Rita Barberá, imputada por corrupción, antes de ir a declarar ante el Tribunal Supremo. Una especie de «sé fuerte», segunda temporada. Y luego está la polémica, que en este país llega antes que la muerte. El espectáculo, el circo y los temas que se abandonan en las orillas de la atención mediática. No hay minutos de silencio para la mujer que murió al incendiarse su casa con la vela que le ayudaba a iluminar un hogar con la luz cortada. Y esto es demagogia. Sí, y ¿cómo llamamos al mutismo por el bombardeo del último hospital que quedaba en pie en Alepo? En el funeral del Pastor de Andorra no había apenas autoridades. Otra mujer es asesinada por el que era su pareja, otro año más con un 25 de noviembre sin erradicar la violencia contra las mujeres. Hay muertes llenas de silencio. Y que a nadie le despiertan culpas.