Las subastas iban a ser una pieza clave para el reequilibrio presupuestario del Ejecutivo y resulta que en dos años solo se han recaudado 10 millones de euros. Pero ni el maravilloso plan económico-financiero que el ministro Montoro le aprobó a Aragón y del que el recién estrenado consejero Campoy tanto alardeó, ni los recortes de antes ni los de después han servido. Otra vez se volverá a incumplir el objetivo del déficit del 1% (ya está en el 0,91% en agosto y no se puede creer en milagros aunque la DGA no pague facturas a nadie). Era el único objetivo político del Gobierno de Rudi. El año pasado, por ese incumplimiento, la presidenta mandó dimitir al consejero Saz en vez de irse ella. Su sucesor debería ir recogiendo el despacho porque su aportación ha sido escasa e insatisfactoria. Una empresa privada, le despediría. Y a ella, también.