El teniente Luis Gonzalo Segura publicó una novela que describe un sombrío panorama de corrupción en las fuerzas armadas, incluídos abusos y malversación. Desde entonces ha recibido tantas sanciones como apoyos fuera de la institución.

--Desde que publicó Un paso al frente

--Tengo dos expedientes abiertos, uno de hace más de seis meses, por escribir el libro y por las declaraciones que he ido haciendo después. Pero supongo que por el caso de Zaida --la comandante apartada tras denunciar abusos sexuales de un superior-- y por las elecciones, no se han llegado a firmar. Sí he pasado, en total, casi cinco meses de arresto, lo que es tremendo teniendo en cuenta que los sufres sin juicio, porque es un acto administrativo. Se me ha prohibido incluso la comunicación con otros soldados, algo que ya está denunciado.

--Lo que cuenta en el libro y en las entrevistas sobre la vida en el ejército es directamente delictivo.

--Yo suelo hablar de comportamientos pseudomafiosos, porque parece que el pseudo genera tranquilidad. Pero sí, es una mafia, y en el caso de Zaida (que ya estaba reflejado en el libro, enmascarado en la ficción, meses antes de que estallara el escándalo) queda reflejado. Primero hay un acoso sexual consentido por los oficiales y luego un acoso laboral como represalia. Y siendo grave, lo peor es la actitud de los oficiales que miran para otro lado.

--¿Por qué usó la literatura para denunciar estos actos?

--Porque las quejas que interpuse por vía administrativa, y luego judicial, no tuvieron respuesta. El sistema no funciona, porque en cualquier otro ámbito en los tribunales hubiese pasado algo, hubieran admitido pruebas. Ni siquiera es que cierren el proceso en falso, es que hay uno obvio desinterés.

--¿La novela era el formato adecuado?

--La novela es todo realidad, la parte ficticia para agilizar se distingue claramente. Además incluye enlaces de prensa para ver de dónde vienen los casos. Pero en España se lee poco, y otro formato no hubiese tenido la aceptación de este --lleva 30.000 ejemplares en ocho ediciones--, que es lo que interesa.

--¿De verdad no se olía nada de esto cuando se enroló?

--Yo vengo de familia militar, mi tío abuelo fue coronel y un héroe de guerra. Los valores militares los conozco y me gustan, pero antes de entrar te imaginas que es como la Policía Nacional, un cuerpo jerarquizado pero con sus vías, sus sindicatos...

--Y si la situación es tan generalizada, ¿cómo es que no hay más protestas?

--Las hay, pero no trascienden. Yo todos los días publico algún caso en las redes sociales. El secretario de Estado Constantino Méndez, afirma en un informe --que desapareció de la red-- que la deuda de Defensa asciende a "40.000 millones de euros que no necesitamos, para escenarios que no se van a producir y que no se podrán pagar". Es un escándalo, el doble del agujero de Bankia, pero no se habla de ello.

--¿Volvería a escribir el libro sabiendo lo que le ha supuesto?

--Sin duda. Aunque el coste personal ha sido grandísimo, he sido acosado y personalmente incluso escupido e insultado y he sufrido difamaciones en medios de comunicación.

--En ellas le acusaban de acosador, entre otras cosas. ¿Hay algo de cierto?

--No tiene ninguna base, ya está denunciado. He arrestado a dos personas a lo largo de mi carrera, no es mucho. Y machista no soy, ni he ido a visitar a ninguna mujer a sus dependencias sin su consentimiento. Aprovecharon un roce laboral, que sí lo hubo, pero de ahí al acoso hay un mundo. También publicaron otro roce con el director de un documental, que fue cierto. Pero omitieron que la desavenencia por el dinero era --estaba en otra página del documento que mostraron-- para causas benéficas. Como ocurre con los beneficios del libro.

--¿El haber sido apadrinado por Podemos le ha perjudicado?

--Creo que lo han usado más para atacar a Pablo Iglesias que a mí. He recibido apoyos de Podemos e IU pero también de UPD, yo no cierro las puertas a nadie. Lo que me parece grave es que ni PSOE ni PP quieran interesarse por este asunto.

--¿Se vería de ministro de Defensa?

--No me veo, pero no me importaría. Arreglar el Ejército no es tan complicado, y esto dice muy poco de los (ministros) que han estado. Para mejorar unas Fuerzas Armadas del siglo XXI bastaría con aplicar recetas del siglo XVIII, de un tal Montesquieu: no separación de poderes, pero sí de funciones. No puede ser que la Defensa y la Justicia Militar estén bajo el paraguas de un mismo ministerio. Además sobran oficiales, solo un 31% son soldados rasos.

--Sigue hablando en primera persona del plural del Ejército, ¿no se siente excluido?

--Amo al Ejército y creo en él, lo que quiero es que mejore. Me llaman traidor, pero ¿el que critica la corrupción en España es un traidor a la patria? ¿Eres menos español por criticar? A mí me gusta mi trabajo, pero si me voy, flaco favor le hago, se quedan los de siempre. Los que se tienen que ir son ellos.

--Aún le quedan ganas de escribir. ¿Hay más que desvelar?

--Sí, he escrito Código Rojo, que sale a la venta el próximo día 16. Puedo adelantar que es mucho más duro. Y advierto que, igual que sucedió con el caso de Zaida, se llevarán grandes sorpresas con temas que ni imaginan.