El consejero de Política Territorial e Interior del Gobierno de Aragón, Antonio Suárez, decidió el pasado martes retirarle la firma delegada a su director general de Interior, Javier Artajo, en una medida de castigo que ha acabado soliviantando al PAR. Ese mismo día se produjo el enésimo rifirrafe entre ambos, cuya relación estaba más que deteriorada, a propósito de un gasto que Artajo se negó a autorizar. Fue el "detonante" de que el titular del departamento decidiera revocar la delegación de esta competencia y la que le permitía dar luz verde a resoluciones y actos administrativos en materia de juego y espectáculos públicos.

A través de una orden, el mismo día 7 y firmada de su puño y letra, Antonio Suárez confirmaba el castigo, contundente, a dos semanas del inicio de la campaña electoral y a un hombre muy próximo a la cúpula del PAR durante muchos años. Pero lo ocurrido este martes fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del consejero conservador. De hecho, algunas fuentes consultadas por este diario afirmaron que el cese no se produjo para no levantar más polvareda.

Fuentes del Ejecutivo aragonés explicaron que "en solo una semana se habían producido dos desencuentros entre ambos". El primero, la semana pasada, cuando Artajo se negó a autorizar una subvención al Ayuntamiento de Benasque para la construcción, en suelo municipal, de una nave que permita pernoctar a cubierto un helicóptero de rescate de la Guardia Civil. Ahora lo hace al raso y esta inversión, de 100.000 euros, incluso estaba contemplada en el presupuesto. Pero inexplicablemente se negó a firmar el documento que le había remitido un jefe de servicio. El papel acabó en la mesa de Suárez.

La segunda ocasión, la mencionada el pasado martes, estaba relacionada con la contratación de un helicóptero --a la empresa que habitualmente presta este servicio al Grupo Aramón-- que se utilizó en la pasada riada del Ebro para dar alimento al ganado que se había quedado aislado. Lo solicitó Protección Civil y la factura ascendía a "unos 6.000", pero Artajo también se negó a autorizar este gasto. Y el papel de nuevo fue a manos del consejero, que dictó la orden.