Zaragoza ha conseguido pasar el primer corte para optar a la designación de Capital Europea de la Cultura del 2016. Es un hito importante porque en el camino se han quedado ciudades con mucho que ofrecer a un evento de estas perspectivas. Pero hay que ser conscientes de que, como ha dicho el alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch, "se ha ganado una batalla, pero ahora empiezan las cosas en serio". Cierto, la competencia con ciudades como San Sebastián, Córdoba, Las Palmas, Burgos o Segovia no permite bajar la guardia y sí debe de servir de estímulo para ese camino que todavía queda por recorrer para ser la designada. En principio, la propuesta aragonesa basada en la cultura de base puede concitar atractivos apoyos, pero no conviene echar las campanas al vuelo. El recuerdo cercano del 2008 puede ahora jugar a la contra.