Si el viernes era Agapito Iglesias quien se desmarcaba del caso Cani responsabilizando exclusivamente al jugador de su marcha al Villarreal previo pago de su cláusula antes de que él y su grupo empresarial llegaran --"hemos intentado que se quede, pero él no ha querido hablar con nosotros", dijo--, ayer fue el ya expresidente de la entidad aragonesa quien siguió los mismos pasos pero con otros argumentos distintos sin dejar de ser coincidentes en el desmarque de responsabilidades. Alfonso Soláns Soláns, en su último acto público tras vender todas sus acciones al grupo que lidera el empesario soriano, se dirigió a la Federación de Peñas, que celebró su asamblea en la sala de prensa de La Romareda. "Es difícil convencer a alguien (Cani) cuando éste quiere evolucionar deportiva y económicamente". Después se abrazó con los sectores de las peñas más cercanos a su gestión, entre ellos el presidente, Arnaldo Félix, que siente por el dueño de Pikolín una aguda veneración.

HIPOTATICO DESARRAIGO La salida del canterano, a pesar de que ambas partes intenten ahora destacar el hipotético desarraigo del futbolista, es exclusiva de ellos. Cani y sus representantes recibieron una última oferta irrisoria en comparación con lo que cobran algunos de los jugadores zaragocistas. Jerónimo Suárez, director general, elevó a 700.000 euros brutos el tope de la negociación, que fue rechazada con rotundidad por el mediapunta y sus asesores. Legitimizados moralmente para aceptar otras propuestas, firmaron con el Villarreal, que depositó una cantidad que, con el IVA al pagarse sin plazos, se elevó a diez millones de euros.

Entre otros asuntos destacó la ausencia de miembros de la nueva directiva en el acto con las Peñas, al que además de Soláns acudieron Jorge Horno y Jerónimo Suárez.