Una nueva hornada de precoces talentos de la ingeniería made in Aragón volverá a demostrar su potencial en el proyecto Motostudent, que reúne a distintas universidades españolas en un desafío en el que los estudiantes muestran sus destrezas diseñando una moto para un fin de semana de competición en el circuito de Motorland. Con tiempo para que llegue la prueba de fuego, será en octubre del 2014, la Universidad de Zaragoza ha sido de las más madrugadoras en ponerse en marcha, con un grupo de 15 jóvenes que exprimirán al máximo su ingenio con el anhelo de aupar el nombre de Aragón a las alturas de la industria nacional.

El concurso en sí se ramifica en dos apartados diferenciados: uno es el proyecto industrial, que consiste en el diseño de un prototipo de moto y de una planta industrial para poder fabricar esa moto --todo ello se queda en el mero diseño--. Y la segunda parte, la más llamativa, es la propia carrera, para la que hay que poner a punto los prototipos diseñados, todos ellos de Moto3.

En esta edición, como en la pasada, la Universidad de Zaragoza solo se presenta con un equipo "porque solo la inscripción es ya un gran esfuerzo económico --de 250 a 300 euros por miembro inscrito-- y no resulta viable", dice Nacho Gil, participante en la próxima edición.

Todos los equipos parten de un kit de base, que adquieren con su inscripción, en el que se incluyen las piezas más básicas como las llantas o el motor, "pero lo que es tema de chasis, desarrollo del proyecto, puesta a punto de las suspensiones... hace que cada moto sea única", explica Gil. Es decir, el diseño y la fabricación corren a cuenta de cada equipo. "Nosotros queremos colaborar con los centros de Formación Profesional (FP) de Zaragoza para que ellos también puedan tener una aplicación práctica a sus conocimientos, ya sea de mecanizado, de soldadura, mecánicos...".

El joven box aragonés quiere distinguir su prototipo consiguiendo que sea un conglomerado de diferentes esfuerzos y recursos de la tierra. "Queremos conseguir que todo sea de Aragón, hasta el piloto. Queremos poner lo aragonés en el mapa industrialmente hablando. Estamos en Zaragoza y queremos ir adelante con recursos de aquí, por fondos y por orgullo. Tenemos que poner la industria aragonesa, que no es muy conocida ni muy fuerte, en lo alto", dice Gil.

Vivero del Mundial

En muchos casos, el Motostudent supone el primer coqueteo de ingenieros novatos con las cuatro ruedas y lo ensordecedor de los motores de cuatro tiempos. "Esto es una posibilidad muy enriquecedora de acercar el mundo de la empresa a la universidad. No todos quieren acabar trabajando en esto pero la mayoría sí. Es como una prueba de fuego para medirnos, ya como ingenieros, en lo que más nos gusta", argumenta Gil. Dicho lo cual, el Motostudent, que, con todo el esfuerzo que arrastra no es compensado de forma académica, es un vivero de futuros cerebros del CEV o, quién sabe, si del Mundial de MotoGP.