La velocista estadounidense Marion Jones, considerada como la reina de los Juegos de Sydney del 2000, tenía previsto confesar anoche ante un juez del estado de Nueva York haber mentido a los agentes federales que la investigaban por dopaje. La atleta se disponía por fin a reconocer el uso sistemático de productos dopantes desde 1999 para mejorar su rendimiento y lograr las marcas que la convirtieron en la mejor atleta del mundo, en especial en el 2000, cuando ganó cinco medallas olímpicas, tres de oro y dos de bronce.

Marion Jones afirmó en una carta enviada a unos amigos haber tomado esteroides durante dos años antes de los Juegos de Sídney, según reveló el jueves el diario Washington Post, que obtuvo una copia de la misiva. Hasta esta semana, Jones había negado siempre la toma de sustancias prohibidas y, en concreto, del esteroide tetrahidrogestrinona (THG), el buque insignia de los laboratorios BALCO que dirigía Victor Conte, que fabricó el anabolizante bajo el pretexto de que era indetectable en los controles rutinarios. Los dos exmaridos de la atleta, el lanzador de peso C. J. Hunter y el velocista Tim Montgomery, de quien tiene un hijo, fueron suspendidos por dopaje.

El presidente del Comité Olímpico Australiano (CONA), John Coates, estimó ayer que Jones debía devolver las cinco medallas si reconocía haberse dopado. "Espero que le retiren las medallas", declaró Coates. "El daño hecho a las rivales de Jones --añadió el dirigente-- nunca será completamente reparado".

En la carta, Jones confiesa haber tomado durante dos años, a partir de 1999, los esteroides que le proporcionaban en los laboratorios BALCO de San Francisco. La velocista también podría ser desposeída de la medalla de oro en los 100 metros y de la de bronce en longitud que conquistó en el Campeonato del Mundo de Sevilla, que se celebró en 1999. La IAAF afirmó ayer que no podía actuar hasta que se pronunciara la Agencia Estadounidense Antidopaje (USADA), a la que pidió celeridad en resolver el caso. La USADA tardó 14 meses en castigar el dopaje por testosterona del ciclista Floyd Landis en el Tour del año pasado.

Pese a que siempre negó haber usado productos prohibidos para conseguir sus resultados deportivos, la californiana estaba bajo sospecha. Invicta en la prueba de los 100 metros en cinco años, Jones tumbó todas las marcas a excepción de las logradas por su compatriota Florence Griffith, fallecida prematuramente en 1998 a los 38 años y cuya muerte se vinculó al abuso con el dopaje.

Según el Washington Post, Jones revela en la carta que su exentrenador, Trevor Graham, fue quien le introdujo en el dopaje. La velocista dijo que cuando los federales le preguntaron si había usado la THG, y le mostraron evidencias de haberlo hecho, negó las acusaciones. En junio del 2006 se libró de una suspensión de dos años por consumo de EPO, ya que el contraanálisis dio un resultado diferente a la primera prueba, donde aparecieron rastros de eritropoyetina en su orina.