Eduardo Acón se presentó ayer como presidente de la renovada junta directiva del Balonmano Aragón con un discurso articulado sobre los conceptos de ilusión y cantera como pilares básicos que sustenten a una entidad aún en graves problemas financieros. Sin embargo, poco más que los nombres propios de la nueva junta pudo confirmar Acón. En fechas en las que otros cursos el equipo ya se entrenaba, el Balonmano Aragón todavía no conoce ni el presupuesto con el que contará ni la plantilla de la que dispondrá Demetrio Lozano.

Los nuevos responsables del club serán el propio Acón, hombre de Maristas, como presidente, Javier Colmenero como vicepresidente, Vicente Gracia será el secretario y Jesús Roc el tesorero, mientras que Óscar Mainer continuará como vocal y se aferra a su puesto de director técnico. Sobre la situación económica, Acón solo explicó que se había salvado lo más urgente, abonando la deuda de la temporada pasada --y no toda, solo la comprometida en el aval de Asobal-- y haciendo los pagos correspondientes para poder iniciar la que será la décima temporada en la élite. "Estamos negociando con todos con los que tenemos deudas", indicó. Cuestionado sobre el estado actual de la primera plantilla se limitó a contestar: "Tenemos 350 jugadores en la cantera y Demetrio está en contacto con 20 o 30 jugadores de diferentes equipos".

Por no aclarar, no pudo confirmar ni el lugar donde disputará sus partidos el equipo la próxima temporada. Por supuesto, nada de garantías de futuro. "Nos comprometemos a empezar la Liga y a asumir los pagos que quedan pendientes de la pasada temporada. Lo que pueda pasar en diciembre no lo sé, pero estaremos tan bien clasificados que no habrá ningún problema", dijo el presidente. Acón fue optimista, desde luego. "Vamos a hacer una plantilla para competir dignamente y pelear por Europa, luego si solo nos mantenemos, mala suerte", afirmó.

LEGADO NEFASTO Acón sustituye como presidente a Óscar Mainer, de quien fue entrenador en el patio de Maristas. Mainer deja un cargo que él mismo reconoce que le ha venido grande superado por la situación y con un balance capaz de competir con el de su predecesor como el más nocivo en la historia del club. Mainer aceptó el puesto el verano pasado --hace dos pidió trabajo en la universidad sin éxito-- con toda la buena voluntad pero también con una ingenuidad impropia de quien conoce las tripas del club desde hace nueve años, dando por buenas las cifras de su antecesor, Domingo Aguerri, que situó en un millón de euros el presupuesto del curso. Aguerri se marchó muy satisfecho después de dejar 1.400.000 euros de deuda tras un concurso de acreedores sin quita.

Sin subvenciones y sin patrocinadores, Mainer fichó hasta seis jugadores profesionales --incluso dos laterales izquierdos, puesto en el que ya tenía a Demetrio--, a los que después no pudo pagar, teniendo que ofrecerles la carta de libertad en diciembre. Sobre su mesa se fueron acumulando meses y meses de impagos y ha arrastrado la agonía de la supervivencia de la entidad hasta nuevos límites. Ha necesitado tres prórrogas de la Comisión de Seguimiento, la piedad de las instituciones públicas y la súbita aparición de la Fundación Zaragoza 2032 para salvar el pellejo.

Feliz en su nebulosa de medias verdades, incapaz de aceptar las críticas, Mainer no pronunció una sola palabra de autocrítica ni respondió a ninguna pregunta, cediendo el testigo por completo a quien definió como su amigo. El ya expresidente se marchó dando las gracias, con amago de lagrimeo incluido, hablando de optimismo, de emociones y de desgaste. "No quería quedarme mucho tiempo, solo ayudar desde la función de presidente. He sufrido un desgaste especial este año y hay personas más capacitadas que yo para ejercer esa labor institucional", indicó. Óscar Mainer cumplirá así su décima temporada en el club y será el único directivo superviviente desde el verano del ascenso a la Asobal en el 2005. Monterroso bien podría haber escrito: cuando despertó, Mainer todavía estaba allí.