La lista de trampas efectuadas en los laboratorios de Moscú y Sochi para cambiar o falsificar las muestras tomadas a los deportistas y evitar así casos positivos de dopaje es inacabables. «La rutina de cambiar frascos con orina de deportistas dopados por orina limpia no finalizó después de los Juegos de Sochi, sino que se convirtió en una rutina mensual en el laboratorio de Moscú», afirma McLaren. Grigori Rodchenkov, antiguo director del centro médico de Moscú, era el encargado de cambiar y alterar los frascos, añadiendo sal o gránulos de Nescafé para tratar de igualar la consistencia y la densidad de las muestras originales a las de la muestra B. En los frascos de orina de cuatro ganadores en Sochi se encontraron niveles de sal «fisiológicamente imposibles para el ser humano».

En los periodos en que estaban limpios, los deportistas entregaron una muestra de orina, que fue congelada. Estas muestras se trasladaron a Sochi durante los Juegos por si fuese necesario. Cuando los deportistas en riesgo fueron sometidos a control, las muestras sucias se sacaban por un agujero en la pared y eran sustituidas por las congeladas. El cambiazo se hacía a veces a través de personas que entraban en la instalación pasándose por fontaneros.