La vida para el Zaragoza dejó de tener un color negro con un triunfo en Tenerife a medio camino entre la épica y la sorpresa por una reacción imprevista. Ahora, ya hay espacio para una alegría tímida y toca aumentarla saliendo de la zona de descenso donde habita desde hace siete jornadas, algo que tras la derrota ayer del Valladolid es cuestión de un triunfo ante el Sevilla. Para ello hay que buscar la sonrisa del fugitivo logrando dos victorias seguidas en la élite, algo que no ha hecho este curso, superando al Sevilla, y demostrar que ganar en el Heliodoro, tras diez jornadas de sequía, no fue casualidad.

El deseado botín llegó en la isla y también se cerraron las amplias puertas del mercado de invierno, que se abrieron para dar entrada a siete jugadores y salida a cinco, aunque Ewerthon todavía sea un problema. Con esa tremenda reforma ya finiquitada, Gay y sus chicos han podido centrarse solo en el partido, en la visita de un Sevilla despistado por ver muy cerca la final de Copa pero que posee una fortaleza tremenda para la débil salud que aún muestra el Zaragoza, por mucho que en Tenerife sus constantes vitales experimentasen una mejoría que ahora toca ratificar. Lo ideal sería con un triunfo, pero dada la entidad del enemigo no hay que desdeñar las sensaciones, mantener el pulso anímico con vistas a la visita a Valladolid el 14 de febrero, toda una final por la salvación.

ENEMIGO TERRIBLE Dicho queda que el Sevilla de Navas, Zokora, Kanouté, Negredo --que juega en la que pudo ser su casa de no haber dado la espantada en verano--, Renato, Perotti o Capel no es el mejor rival para confirmar que la vida ha cambiado para este equipo triste, afligido y con poco fútbol que es el Zaragoza de los últimos tiempos. De los fichajes, hoy se espera a la mayoría en el once --Jarosik, Contini, Colunga, Suazo y Eliseu--, y la presencia de Edmilson es solo cuestión de ritmo de competición, porque este equipo necesita mucho al mediocentro brasileño. Es más que probable que hoy tenga minutos en la segunda parte en un equipo donde regresa Paredes al lateral izquierdo, con Navas como duro enemigo, y Pulido, en el otro flanco, da descanso a un Diogo cansado tras salir de su lesión. Lafita, mientras, es baja por sanción.

Tanta incorporación en enero ha supuesto aire fresco para un equipo desangelado, pero también implica un trabajo de acoplamiento que puede pagarse muy caro. Quizá no ante un casi inofensivo Tenerife, pero el Sevilla es una máquina engrasada y que necesita ganar para seguir estando en Champions.

La afición, a través de las peñas, ha tomado conciencia del carácter vital del partido. Hay varias iniciativas de apoyo, incluida una emotiva felicitación de cumpleaños para Cáceres, y se espera una muy buena entrada, pero lo importante estará en el césped. Ahí, el Zaragoza lleva cuatro partidos seguidos sin ganar ante su gente, lo que le ha situado como uno de los peores locales de la Liga. Es importante recuperar el pulso fuera y eso se logró en el Heliodoro, pero la Romareda tiene que ser el puntal de la salvación y ahora es un sumidero por donde se fueron muchos puntos.

Gay, que no había firmado un triunfo en sus cinco primeros partidos en el banquillo, ganó crédito con el vital botín del Heliodoro y la alargada sombra de Víctor Muñoz se alejó esta semana. Que regrese o no es solo cuestión de resultados. Tras el Sevilla, aparecen en el horizonte la visita a Pucela y el Sporting en La Romareda, tres partidos que deben confirmar que la reacción con el entrenador madrileño se plasmó por fin en puntos, en vida para este Zaragoza inerte hasta hace poco que hoy lucha por recuperar constantes vitales y, sobre todo, por escalar puestos.