El euro ha herido de muerte a la popular propina, que se ha convertido en una especie amenazada en el mundo de la hostelería. Al menos en Aragón. Los camareros y los jefes de sala de los restaurantes ya no pueden contar con el pequeño sobresueldo que representaba antaño ese dinero extra, porque ahora los clientes o no son tan generosos o porque la vida ha subido tanto que entienden que la propina va incluida en la cena, en el café o en el bocadillo.

Así que el vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, erró en su diagnóstico sobre alguna de las causas que provocan la inflación y la subida de los precios. Una apreciación que, como sucede en estos casos, se ha convertido en noticia para todos. Por ello, el ministro no tardó mucho en rectificar. Ayer mismo afirmó en TVE que su comentario fue "anecdótico y se sacó de contexto", ya que "no tenía que ver con la inflación sino con la interiorización del euro" por parte de los ciudadanos españoles.

Hablan los profesionales

El presidente de la Asociación de Maitres de Aragón, Carlos Orgaz, tiene claro que el ministro "no sabe muy bien de lo que habla". Para este profesional y profesor de la Escuela de Hostelería de Miralbueno "las propinas van a menos". Bien es cierto --añade-- que esto ocurre en España, aunque a ningún cliente de Canadá o de Estados Unidos se le ocurre abandonar un restaurante sin dejar el 15% de propina. "Eso allí es totalmente obligatorio", según recalca Orgaz.

Alfonso Carnicer es otro ejemplo. Este camarero lleva en la profesión 40 años y considera que "desde la implantación del euro, las propinas escasean o están muy descompensadas". Y es que, este profesional del gremio ha visto de todo. Una de las últimas propinas que recuerda fue una mesa de 10 comensales que gastaron 500 euros y solo dejaron 30 céntimos de propina. En este sentido, él también discrepa del ministro Solbes, ya que cree que "la gente sí que sabe qué lleva entre manos y sería absurdo no pensarlo". Así, la opinión generalizada en este sector es que los precios han subido mucho y eso merma las propinas, que para Alfonso es un "detalle gratificante, un agradecimiento por la comida y el servicio ofrecidos".

"Antes la gente pagaba 5.000 pesetas por una buena comida y te dejaban 300 pesetas. Eso te completaba algo el sueldo", indica el presidente de la Asociación de Maitres de Aragón. Pero la gente no está para muchos detalles en los últimos tiempos. La gasolina está por las nubes, los alimentos han subido más que nunca en el último año y las hipotecas ya han tocado techo, pero el euríbor sigue castigando a los ciudadanos.

La clave del problema

España tiene en estos momentos más de 1.112.000 camareros en activo. Un volumen importante, pero poco formado, según Carlos Orgaz. En este país "falta mucha formación y las condiciones salariales y laborales de los camareros se incumplen sistemáticamente", dice tajante este profesional que da clase diariamente a sus alumnos.

Además, también señala que en esta situación también tiene parte de responsabilidad los empresarios, porque se han encarecido los precios y además los camareros "tienen jornadas maratonianas y sueldos muy bajos". Y así es difícil dar un buen servicio, opina.

El euro, la subida de precios por parte de los empresarios, la falta de formación de los camareros y el temido IPC de todos los meses quizá justifiquen la ausencia de propinas en los restaurantes aragoneses, pero lo cierto es que para el presidente de la Asociación de Restaurantes de Zaragoza y Provincia, José Luis Izuel, se trata de "una tendencia natural de la sociedad. Así que, señor Solbes, "la gente se ha acostumbrado a no dejar propina", dice Orgaz.