Los sindicatos tradicionales han sufrido más de la cuenta en General Motors. Durante mucho tiempo han llegado a ser el blanco de las críticas y con la crisis de Opel incluso se les llegó a acusar de ser el brazo alargado de la empresa. Pero la labor de UGT y CCOO durante este último y largo conflicto se ha demostrado que era dulce pero sensata y así lo ha reconocido la plantilla de Figueruelas que esta semana ha dado su apoyo mayoritario a ambos sindicatos (los ugetistas han arrasado, aumentando su representación en cinco delegados) en las elecciones. Las centrales mayoritarias pilotaron el plan de rescate de la planta de Zaragoza y a día de hoy se puede decir que la fábrica atraviesa uno de sus mejores momentos en cuanto a producción, y el futuro es de lo más halagüeño. La responsabilidad sindical tiene mucho que ver en toda esta política empresarial y así lo han reconocido los nuevos ejecutivos de la multinacional en Europa.

Y es que, pese a los mensajes que en los últimos tiempos se lanzan en contra de los sindicatos --algunos mucho más merecidos que otros-- su presencia en las empresas es vital, y en las grandes, clave. Por eso llama la atención que en empresas como El Corte Inglés sigan sin poder tener representación los más implantados. La mayor cadena de distribución, una vez más, no va a contar con los sindicatos mayoritarios inexplicablemente. La lista que presentó CCOO va a quedar impugnada. Los sindicatos ya no son meros revolvedores, sino que su interés por la defensa de los trabajadores, como se está viendo en la industria, y GM es un ejemplo, va también en beneficio de la empresa. Los hay sensatos.