El desarrollo económico y social de un territorio puede sobrevenir de dos maneras claramente complementarias, a través de factores exógenos, lo que sería la captación de inversiones empresariales traídas de otros lugares, o de factores endógenos, aprovechando los recursos propios.

En la captación de inversiones todos territorios se esmeran ofreciendo las mejores ventajas posibles, de forma tal que la competencia entre territorios y países como lugares idóneos de localización empresarial es fortísima. Por consiguiente, si fundamentar el desarrollo económico de una región o de un área geográfica sobre esta base (la de atraer inversiones) presenta grandes limitaciones, conviene explorar alternativas o complementariedades, particularmente ensalzando los recursos propios.

En este entramado tan competitivo por captar la atención de inversores empresariales, también tiene cabida la explotación, transformación y comercialización de bienes y servicios desde lo autóctono, poniendo en valor los recursos propios de cada territorio, región o país. Y mucho más cuando estos recursos se ubican en el medio rural.

Así, al margen de la minería energética (carbón, petróleo, gas, uranio), aparece la minería metálica (hierro, aluminio, cobre, zinc, plomo, níquel, oro, plata, platino), y sobre todo la minería no metálica (áridos, arcillas comunes, arenas y gravas, yeso, piedras naturales, sales, potasas, caolínes, sílices, arcillas blancas, bentonita, barita, megnesita, turba, flúor,...) con grandes posibilidades de desarrollo.

Los denominados rocas y minerales industriales (RyMI) integran las rocas, minerales o productos que siendo susceptibles de tratamiento o transformación posibilitan un valor añadido en el mercado, siendo usados como materia prima o como aditivos en una amplia amalgama de manufacturas e industrias.

Los RyMI son fundamentales. Están a nuestro alrededor por doquier en cuantos bienes y productos manejamos (en los automóviles, en los ordenadores, en el ámbito del trabajo, en el ámbito de la escuela,... en nuestra vida diaria en definitiva). Y adquieren la condición de insustituibles en muchas actividades industriales y económicas.

Según informaciones del Instituto Geológico y Minero de España, el 35% de los materiales utilizados por la industria de la Unión Europea (en 2004) son minerales no energéticos y cada ciudadano precisa de 30 toneladas al año de este tipo de materiales para mantener su calidad de vida.

Otros datos de interés serían los siguientes. En 2004 la producción mundial de minerales se elevaría a 868.000 millones de euros, el 18% referido a RyMI. En Europa, en particular, habría 60.000 explotaciones de minerales no energéticos (unas 20.000 dedicadas a áridos), dando una ocupación estable a 500.000 trabajadores. Y en España la producción de RyMI supondría el 88% del total de la producción minera (energética, metálica y no metálica). Hay 4.000 explotaciones realizadas por 3.800 empresas que ocupan de manera directa a 28.000 personas y facturan 10.000 millones de euros.

España es el primer productor mundial de pizarra para techos, de arcillas rojas y sulfato sódico; segundo mundial de piedras naturales, mármol y yeso. Es el primer productor europeo de granito, celestita y único productor europeo de sulfato sódico; y es el segundo productor europeo en fluorita.

Todos los RyMI tienen amplios mercados como destino, tanto construcción e industria como servicios; y, singularmente, los sectores de cerámica, pavimentos, ladrillos, revestimientos, tejas, gres, azulejos, química, vidrio, pinturas, papel, caucho o plástico.

Todo ello infiere a los RyMI un gran potencial de desarrollo, y concretamente de nuestro país, que debe ser explotado en todas sus posibilidades para generar riqueza y empleo, en un contexto globalizado donde las interrelaciones económicas resultan más factibles.

A pesar de la escasa aceptación social que en general puedan tener las actividades mineras, el sector de los RyMI apunta un grado de desarrollo mucho mayor del actualmente alcanzando, erigiéndose en una actividad económica de primer orden en el medio rural para el conjunto del país. Su explotación más planificada, acometiendo labores de investigación, desarrollo e innovación, consiguiendo su adecuada conexión con los procesos industriales para añadir valor y definiendo redes comerciales y de distribución a escala internacional, pueden hacerle elevar su rango y, en última instancia, ser una garantía de futuro económico. En particular, toda estrategia que se lleve a cabo, y que ha de ser respetuosa con el medio ambiente, debe tener los siguientes ejes:

-- Debe procederse a una mayor investigación de los recursos geomineros.

-- Impulsar la I+D+i con las tecnologías más avanzadas.

-- Facilitar, mediante ayudas diversas, la instalación de empresas transformadoras.

-- Crear canales de comercialización propios en mercados nacionales e internacionales.

La creación de empresas con capital autóctono, incluso con la participación de entidades de crédito también autóctonas, que acometan procesos de transformación y de comercialización es una necesidad, más que evidente, en muchos territorios que disponen de la materia prima, para hacer que exploten sus propios recursos y el valor añadido (o riqueza generada) obtenido también quede en ellos para alcanzar mayores grados de progreso.

Por ejemplo, en territorios como Aragón, que son un paradigma de lo apuntado, resultaría que si a la actividad extractiva, que supone el 1% de su Producto Interior Bruto y ocupa a 2.000 personas, se añadieran los procesos transformadores el valor del PIB llegaría al 4% y el total de puestos de trabajo directos superaría los 6.000.

Otro dato no menos importante, en esta línea, es que en Aragón solamente se transforma el 5% del alabastro que produce (el resto se trata en Navarra, Cataluña o Italia), cuando es prácticamente único productor mundial.

Por otra parte, acontecen cambios en la demanda de los mercados con relación a las características y aplicaciones de los RyMI, tanto en las actividades de construcción como en las de industria; tendencias hacia unas mayores exigencias técnicas (ejemplos: conductividad eléctrica, resistencia térmica,...) y mejores calidades que conllevan nuevas oportunidades de negocio, haciendo que a la par haya más investigaciones y abriendo la posibilidad a crear más valor añadido en los procesos de manufacturación. En este sentido, los RyMI son un sector con un atractivo futuro, en escenarios de gustos y preferencias cambiantes que estimulan su crecimiento apostando por estrategias de diferenciación, imagen de marca y calidad. En definitiva, un futuro prometedor.

En un momento histórico donde las deslocalizaciones empresariales acontecen en toda su dimensión y en toda su crudeza, asentar bases de desarrollo partiendo de los recursos disponibles propios es más que una opción, es una necesidad.