Anoche fue una de las más duras para el PP en los últimos tiempos, pese a que los conservadores sacaron al PSOE más de 1,5 puntos de diferencia en las elecciones municipales y con el 96% del escrutado al cierre de esta edición. Una pírrica ventaja que los conservadores intentaron vender como un triunfo --"somos la primera fuerza", presumía el portavoz de campaña, Pablo Casado-- y que posiblemente Mariano Rajoy utilizará hoy para calmar a los suyos en la reunión del comité ejecutivo en el que analizarán los resultados y en la que posiblemente intentarán pasar por alto que el PP puede perder, a manos de los pactos entre fuerzas de izquierdas, varias plazas simbólicas, entre ellas Madrid y Valencia.

Después de años sin apenas notar desgaste a pesar de los casos de corrupción, ahora, con la irrupción de los nuevos partidos canalizando el descontento y la desafección ciudadana, el PP ha experimentado un duro batacazo. La estrategia de Rajoy de pasear por toda España los datos macroeconómicos que indican el inicio de la recuperación económica, evitando cualquier referencia a la corrupción, evidentemente no ha funcionado.

Los populares contaban con peder apoyos después de teñir España de azul en el 2011, pero no preveían un resultado tan demoledor, teniendo en cuenta que, según sus encuestas internas, se recuperaban a medida que avanzaba la campaña.

Sin embargo, desde primera hora la noche electoral iba poniendo negro sobre blanco que el PP puede perder el poder en plazas importantes.

EL SIGNIFICADO DE LA CAPITAL Entre ellas, el Ayuntamiento de Madrid, que lleva en manos conservadoras desde 1991, cuando Alberto Ruiz-Gallardón arrebató a Joaquín Leguina el bastón de mando. El propio Ruiz-Gallardón solía comentar que el poder y el simbolismo del alcalde de Madrid supera al del presidente de la Comunidad, cargo que él también ostentó. De hecho, es el resultado en el que más se fija la prensa internacional. Por todo ello, Mariano Rajoy aceptó el pulso que le echó Esperanza Aguirre y la eligió como candidata, intentando así parar el trasvase de votos a C's y movilizar al simpatizante conservador que en las europeas, descontento con la presunta tibieza de Rajoy en algunos temas, se quedó en casa. El pacto era que Aguirre abandonaría la presidencia del PP madrileño si lograba ser alcaldesa. Es una de las obsesiones del presidente del Gobierno. Apartarla para poner en una región importante cara a las generales alguien de su confianza y que no haga campaña en su contra. Pero difícilmente Aguirre se marchará ahora.

LA POSIBLE REVOLUCIÓN Desde la presidencia local, previsiblemente será una de las dirigentes del PP que exija cambios. Cuando un partido pierde tanto poder territorial y tantos dirigentes se quedan sin cargos, lo normal es que se exijan responsabilidades a todos los niveles y que haya una revolución en el partido que Rajoy quiere a toda costa evitar.

Por eso anoche todas las miradas estaban puestas especialmente en Castilla La-Mancha. Si María Dolores de Cospedal no consigue retener la presidencia de la comunidad, muchos de sus compañeros puede que pidan a Rajoy que la aparte de la secretaria general y que renueve la cúpula del PP. Con el 40,86% escrutado, Cospedal ganó ayer las elecciones, pero un pacto entre PSOE y Podemos podría arrebatarla el poder. En la Comunidad de Madrid, por contra, con el 53% de los datos, la candidata del PP, Cristina Cifuentes, podría ser investida presidenta con el apoyo de Ciudadanos, dado que la izquierda no logra sumar mayoría absoluta.