Cambiar "las armas por los instrumentos". Una frase que resulta utópica, excepto cuando se hace realidad. Para hacerlo posible el joven violoncelista Roberto Miranda, natural de Zaragoza, emprende hoy el viaje de su vida a La Paz, capital mexicana de Baja California, para iniciar un proyecto junto a la Orquesta Esperanza Azteca. Allí enseñará música a niños de entre ocho y dieciséis años esperando abrir así una ventana medio de la pobreza.

Tras tres años estudiando un máster en la Royal Nothern School of Music de Manchester, el zaragozano vuelve a hacer las maletas junto a otros siete músicos españoles. El 2 de septiembre empezará la complicada tarea de seleccionar a cincuenta niños de entre más de 3000 candidatos que llegarán a La Paz con un único objetivo: encontrar en la música la oportunidad que les falta. "Es un reto muy grande para nosotros" confiesa Roberto Miranda. Una vez hecha la selección, los afortunados tendrán cuatro horas de clases al día de violoncello, violín, flauta, oboe, trombón y percusión. Para los que lleven el ritmo en las venas, parte de las actividades también consistirán en fabricar sus propios instrumentos. Esta experiencia educativa "diferente", según Miranda, "te hace sentir muy bien. Es algo que si no haces ahora nunca lo vas a poder hacer".

ARMA DE PAZ El joven violoncelista cruza el charco convencido del potencial de la música como factor de cambio social. La Orquesta Esperanza Azteca no solo es música, sino un espacio para un tipo de socialización de la que estos niños carecen. Ellos son los primeros ilusionados con esta aventura. "Algunos vienen caminando tres horas desde sus casas", cuenta asombrado el violoncelista. Conforme vayan recorriendo las partituras, las melodías se convertirán en su lenguaje preferido. "La música es un arma de paz: desarrolla la sensibilidad, ayuda a la concentración y es un idioma universal que te permite comunicar con la gente", cree Miranda. En una sociedad "bastante manchada" por la violencia, dice el músico, abrir la mente de los más jóvenes también puede ayudar a "cambiar a los padres". La música "les hace ver que hay esperanza", afirma el artista.

El proyecto cuenta con el apoyo del Gobierno y la Fundación Azteca, impulsora de la red de orquestas sinfónicas que ofrecen a niños mexicanos con pocos recursos una formación musical. Desde hace tres años ha puesto en marcha en toda la República Mexicana y El Salvador 54 orquestas que reúnen a un total de más de 12.000 jóvenes talentos. Esta iniciativa tiene sus raíces en Venezuela, que desde hace treinta y ocho años ampara un Sistema de Orquestas con 120 conjuntos musicales fundado por José Antonio Abreu.