Plutón, el dios del inframundo, fue ayer benévolo con Eurídice y la dejó salir del infierno para que recuperase la vihuela de Orfeo de las aguas del río Ebro aragonés (transmutado así en el Evro tracio, donde fueron arrojados los restos del cantor), dándole así una segunda oportunidad de reunirse con él. En este caso, en el Museo de Zaragoza.

Así, Eurídice y una corte de ninfas y músicos recorrieron durante la mañana de ayer las calles de Zaragoza desde la desembocadura del Huerva hasta la plaza de los Sitios, dejando tras de sí una estela de música en una jornada en la que la fiesta se unió a la reivindicación, ya que este paseo y esta resurrección tenía un objetivo, invitar a los zaragozanos a visitar los museos.

Los actos, que hoy continúan a las 11.30 en el Museo de Zaragoza con la actividad Escuchando cuadros, forman parte del programa Musas, música, museos, en el que participan varios centros de arte nacionales para difundir sus contenidos de forma lúdica. "Actos así, que sacan el museo a la calle son maravillosos, porque ayudan a recordar a la gente lo que tiene aquí. Es un acto para decirles a los zaragozanos y a los aragoneses que este es el museo de todos, que aquí está su patrimonio y que nosotros solo nos ocupamos de guardarlo", decía el director del Museo de Zaragoza, Miguel Beltrán.

Y es que durante el trayecto, las calles y las plazas se fueron llenando de música. El grupo En Rolde, de las Escuela de Música tradicional, iba actuando por el camino, en la plaza de San Bruno, en el Arco del Deán, pero también hubo música clásica en la Magdalena con las violas de gamba de los alumnos del Conservatorio Profesional de Zaragoza, o en San Pedro Nolasco, con el Cuarteto Atrilia, del Conservatorio de Pamplona. Debutó además La Joven Pachanga, también de la Escuela de Música tradicional... Y así, hasta llegar a la plaza de los Sitios, donde Carmen París leyó el manifiesto Somos Música, que recogía todo el sentir del acto: "En este tiempo es importante recordar a todo el mundo que el arte, la música y los museos significan nuestra conexión con la tierra, que somos arte y música y eso es lo que nos hace humanos", decía la cantante.

Eurídice, su corte de musas y todos los que les siguieron, llegaron finalmente ante Orfeo --ante ese magnífico mosaico romano que representa a Orfeo amansando a las fieras que se halla en el museo zaragozano--. Allí le entregaron su vihuela, para que la música y el arte volviese a fluir de sus manos y embelesara a todos.

En la entrada les esperaban personajes medievales, damas, pajes y caballeros, para invitar a todo a una comida medieval, y disfrutar así del museo con todos los sentidos posible, la vista, el oído, pero también el olfato, el gusto y el tacto. Medieval, sí, porque eso es lo que tienen los museos, que son capaces de unir a los mitos griegos y romanos con la vida de otras épocas y hacer que el tiempo y el espacio se condensen para mostrar de una sola forma la capacidad de creación del ser humano. Y eso, hay que verlo.