--¿Es una declaración de intenciones hacer un concierto de música clásica en un día tan especial para los niños?

--En realidad, cae así. Estamos de gira con El conciertazo y nos ha tocado así, pero es un buen momento para un concierto de cualquier tipo de música, no solo de clásica, que sea festiva. Y hay que eliminar el concepto de que la música clásica es aburrida.

--¿Aún hay niños que creen que la música clásica es aburrida a pesar de tantos años de conciertazos?

--Le agradezco el mérito que me da, pero ¡quedan muchos sin el concepto de que la clásica es divertida! Suele pasar que los niños que vienen a nuestros conciertos son los que tienen menos de diez años. A partir de esa edad, puede más el peso social, y también la deriva de los medios, y acaban dejando de lado la música clásica. Se impone la idea de que la música clásica no es para ellos, que es para mayores... Ojalá El conciertazo hubiera quitado todos los perjuicios.

--Hablaba del peso social para que le den la espalda a la clásica, ¿a qué se refiere?

--Es una evolución que ha venido dada con el tiempo. Fíjate, antes, los estilos populares que existían eran los de los juglares que contactaban muy bien con el público, pero hace medio siglo, el rock and roll empezó a copar los medios de comunicación y se hizo tan fuerte que se masificó. Y, por otro lado, siempre hay un negocio detrás. Es muy difícil hacer negocio con la música clásica porque uno que ha comprado La novena, de Beethoven no va a volver a comprarla. Sin embargo, por la radio estoy oyendo constantemente canciones pop iguales que se venden todos los días. A mí todas me suenan a ya escuchadas.

--¿Interesa vender el pop?

--Pero no ahora, de siempre. Cuando Haendel se fue a vivir a Inglaterra, lo primero que le dijeron, es que tenía que hacer música que la gente pudiera seguir con el pie, música popular.

--En el programa del concierto incluyen piezas como Las bodas de Fígaro, La guerra de las galaxias, Supermán y la mediática Marcha Radetzky, ¿cuánto ha hecho el Concierto de Año Nuevo por la música clásica?

--Parece una tontería pero yo tengo muchos amigos que no son aficionados a la música clásica, que no van nunca a un concierto durante el año, pero que el día 1 ven el Concierto de Año Nuevo. Desde luego, la Marcha Radetzky no es la cosa más inspirada del mundo, pero resulta que te la coge la Orquesta Sinfónica de Viena y unos grandes directores y se convierte en una música enganchante. Los valses y la polka no dejan de ser música popular, solo que en lugar de tocarse en los salones con violín y guitarra, ahora lo hacen las grandes orquestas. Pero, antes, en los salones de Viena se llegaban a reunir 5.000 parejas a bailar al ritmo de Strauss... Sería como ir a un concierto de Beyonce ahora, solo que en vez de botar, la gente se agarraba.

--En su línea de divulgación de la clásica ha escrito el libro Los clásicos también pecan, ¿es necesario difundir la vida de los grandes maestros de la clásica?

--Absolutamente. Ha sido el leif motiv de toda mi carrera. Lo primero es que la música te guste porque hay que sentirla, pero si te gusta, tienes qué conocer quién fue y por qué componía así, por ejemplo, Beethoven. Él compuso sus mejores piezas cuando se estaba quedando sordo, porque, en ese momento, él decide expresar sin pudor con la música lo que sentía, le importaba un bledo lo que iban a decir de él, en parte porque no lo iba a escuchar... Y, en ese momento, surge La heroica, que incluye esa escalofriante marcha fúnebre en el segundo movimiento. O hay que saber que La patética, de Tchaikovsky, era una despedida porque sabía que se iba a suicidar. Tchaikovsky era un homosexual reprimido que no podía hacer públicos sus sentimientos y del agobio y la frustración surge La patética... Hay que saber todo esto para que te atraiga la música clásica.