Dicen que cada uno cuenta la feria como le va. Y por lo escuchado ayer entre los libreros de viejo que han participado en la XIII edición de la Feria del Libro Antiguo de Zaragoza, podría decirse que, en general, no les ha ido mal. Aunque, claro, siempre hay quien no está contento del todo y ve sus previsiones trastocadas a la baja.

Pero de manera global, el balance «es positivo», en palabras del presidente de la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Aragón (Alvada), Pablo Parra, quien estima, tras consultar con todos los libreros que «la feria ha estado bien, es siempre una buena feria en general y este año también. Por lo hablado con ellos han vendido un 10% arriba o abajo sobre el año pasado».

Y ciértamente eso era, sin cifras exactas, lo que los libreros aseguraban a este diario. Así, el zaragozano Javier Ciria, de Libros del Rescate reconocía que, quizá por el mal tiempo de algunos días, «ha ido un poquito peor que el pasado en ventas, como un 10% menos, pero en general mi balance es positivo; es una feria bonita y un placer estar en el centro de la ciudad», señalaba. Ciria explicaba que el libro viejo «ha caído bastante, sobre todo por esas franquicias que venden todos los volúmenes al mismo precio como si fueran patatas, y también por los rastrillos, por eso, como mi librería es pequeña trato de seleccionar bastante el material». En su caso, libros modernos, es decir, ediciones populares de narrativa, poesía y de temas aragoneses, «no libro antiguo», puntualiza.

Todo lo contrario que José Javier García, de la librería García Prieto de Madrid, especializado en un producto mucho más antiguo y específico que va desde revistas de principios del siglo XX a documentos medievales, postales, libros de ciencia y de viajes, sobre todo del primer tercio del siglo XX. «Es un material antiguo muy propio para coleccionistas y, en realidad, vendo de todo». José Gavier García sería uno de los que ha aumentado un 10% las ventas, por lo que cuenta: «La verdad es que ha ido incluso mejor que el año pasado, y creo que cada vez esta feria tiene más aceptación, es buena plaza. Llevo varios años viniendo y creo que es una cita bien recibida por la gente.

Menos satisfecho se mostraba el encargado de la caseta de Librería Laia, de Valencia, quien sencillamente decía que «no me ha ido, no puedo especular sobre los motivos por lo que no ha salido la cosa, pero me tengo que plantear si vuelvo pues tener una caseta aquí es un gasto, hay que comer, trasladar los libros...», decía mientras cabeceaba.

Otro paisano suyo, Miguel Sanz, de la Librería El Cárabo, sin embargo, aseguraba que en líneas generales «ha ido bien, a pesar del viento. Este último fin de semana, como ha hecho mejor tiempo ha estado mejor y es una pena porque hoy hay que desmontar». Las librerías Cárabo y Laia son dos de las cinco librerías llegadas de Valencia, de las 12 que han estado: «Es verdad, somos casi la mitad y es que en Valencia hay mucho mercado de libro viejo. Además, nos movemos por todas las ferias de España», comentaba Sanz, mientras comenzaba a meter libros en cajas. Mañana irá con las viejas letras a otra parte. Y el próximo año, dice, volverá a Zaragoza.