-¿En qué consiste la propuesta de una renta básica univeral?

-La renta básica universal es una asignación monetaria para todos los ciudadanos, no sujeta a ningún tipo de condicionalidad y que debe ser suficiente para cubrir necesidades básicas de una manera progresiva. Es un manera de discutir y repensar los mejores modos de acceso al bienestar en un mundo tan cambiante.

-¿Este sistema sustituye o complementa al actual Estado de Bienestar?

-Debe ser un pilar adicional. La renta básica no es la solución a todos los problemas, pero es una parte de la solución. Ayuda a modificar la desigualdad pero tiene que ir acompañada de otras políticas laborales, salariales, públicas y de bienes públicos de gran relevancia, como la educación, la salud, la protección social y el sistema de cuidados. No se trata de un sistema holístico que desmonta el Estado de Bienestar, viene a enriquecerlo y a crear un nuevo pilar donde se combinan transferencias monetarias con transferencias en especie, en forma de servicios desmercantilizados.

-¿Podemos pagarla?

-Es un tema de economía política. La pregunta sería: ¿Es un problema de tamaño de la economía o de las prioridades y la distribución de los recursos? Se han hecho muchos estudios que expresan que una renta básica es financiable y pagable si va acompañada precisamente de la voluntad de llevarla a cabo. La pregunta no es cuánto cuesta tenerla, sino cuánto cuesta no tenerla, en términos de persistencia de las desigualdades, proyectos interrumpidos de las personas, inseguridad económica, desconfianza social, falta de proyectos de vida verdaderamente autónomos, etc. En realidad hay un costo social muy grande con lo que ya tenemos, y la renta básica busca dar, junto a otras políticas públicas, respuesta a ello.

-¿Cómo se financiaría?

-Tiene que ver esencialmente con políticas de carácter fiscal. Si bien ha habido algunos avances en términos de elevar la capacidad recaudatoria, el margen de mejora es todavía amplío. En algunos países los sistemas de recaudación están basados en impuestos indirectos, lo que es muy inequitativo. Otra gran problemática es la evasión fiscal. Un estudio de Intermón Oxfam estima la evasión fiscal en América Latina en 340.000 millones de euros cada año. Es por tanto una de las transformaciones políticas y sociales más importantes para la región.

-¿Por qué ha crecido tanto el interés por esta medida en los últimos años?

-Es curioso, porque no es una idea que surgió ayer o producto de la crisis. Ésta ha sido un punto de inflexión, pero es una propuesta que viene de largo y la novedad es el renovado interés en ella, porque parece una propuesta razonable, razonada y factible, pero evidentemente no es cualquier medida. La renta básica universal es una medida que modifica el orden social, que no solo redistribuye recursos y crea sociedades más igualitarias, también tiene el potencial de crear condiciones para una mayor emancipación de las personas, para poder tomar decisiones sobre sus proyectos de vida y no depender materialmente de otros. Es una medida que permitiría modificar el orden social hacia relaciones sociales más horizontales y fraternas, por eso el debate es tan fuerte, porque tiene un elemento disruptivo en términos de jerarquías sociales tradicionales. Por ejemplo, una mujer maltratada con una renta propia tendría mucha mayor capacidad de enfrentar su situación, las personas jóvenes podrían empezar a pensar en proyectos de mayor independencia personal, o los trabajadores con muy baja capacidad de negociación podrían elevar esa capacidad, en términos de no tener que aceptar cualquier trabajo y tipo de condiciones.

-¿Los ricos también tendrían derecho a una renta básica?

-Sí, pero el efecto es diferente. En primer lugar tienen derecho porque la van a pagar y, segundo, porque constituye un vínculo social, no es un estigma de carencia sino un sello de ciudadanía.

-¿Podría pasar que la gente se conformara con la renta y no quisiera trabajar?

-Que la gente deje de trabajar es difícil; hay mucha gente rica y no por ello deja de trabajar. También hay un sector de la población con ingresos muy altos sin trabajar que derivan de las rentas de capital. A veces es paradójico que los sectores que pueden vivir sin trabajar critiquen las transferencias monetarias a los que tienen que trabajar para vivir. La renta básica establece un lazo vinculante en la sociedad que simbólicamente nos está diciendo que todos valemos lo mismo.

-¿No sería mejor destinar ese dinero a mejorar la sanidad o la educación?

-No debería porque la salud y la educación deberían estar garantizados por otro lado, no es pasar de un bolsillo a otro. Lo importante es que la gente pueda tomar decisiones de manera autónoma, y la renta básica tiene un elemento emancipador y liberador muy sobresaliente. Nos cambia la mentalidad a la que estamos acostumbrados y reblandece el miedo. La mano invisible de nuestra sociedad es en buena medida el miedo: al desempleo, a no tener que comer, a no llegar a fin de mes...Eso tiene un efecto disciplinario muy poderoso que hace que aceptemos trabajos que no queremos o relaciones personales insatisfactorias porque no tenemos otra opción. Es darnos un margen de libertad para decir «no» a algo y que nos permitiría crear sociedades más sanas, no estar pensando en sobrevivir sino más bien en qué hacer con nuestra vida.

-¿Qué pasa con los países más pobres? ¿También es asumible una renta básica?

-No es un lujo de ricos, incluso, lo más llamativo es que el interés está tanto en los países pobres como en los ricos. Ahora mismo hay proyectos de renta básica tanto en Finlandia como en la India, dos países que pueden representar los dos extremos en términos de riqueza y desigualdad. En América Latina hay transferencias monetarias condicionadas en países como Brasil o Colombia y se está discutiendo la renta básica universal en Guatemala. No estamos hablando de un tema de ricos que hacen referéndums en Suiza —donde por cierto más del 30% de la población estaba a favor, lo cual es muy significativo—, sino de un tema que se está discutiendo a escala global y que puede ser una de las herramientas centrales para cumplir con el Objetivo 1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030: poner fin a la pobreza en todos los lugares y en todas sus formas. Esto, con una renta básica, sin duda alguna es factible.