Violencia contra la mujer, conflicto y hambre están estrechamente ligados en crisis alimentarias como las de Sudán de Sur, donde se ha declarado el estado de hambruna; Nigeria, donde 4,4 millones de personas viven en inseguridad alimentaria; o Somalia, donde el 50% de la población necesita asistencia humanitaria.

«Desplazadas de sus hogares, sin acceso a sus cultivos o a mercados, las mujeres necesitan recorrer grandes distancias para conseguir alimentos. Eso las expone a mayores peligros como secuestros, robos, ataques o abusos sexuales. En ocasiones se ven obligadas a mercadear con su cuerpo a cambio de tener comida o más libertad de movimiento. La salida no es fácil, porque si una mujer no sale a buscar comida, tanto ella como su familia caen en la desnutrición», explica Chiara Saccardi, jefa del Equipo de Emergencia de Acción contra el Hambre.

«Atender a las mujeres y respetar los roles de género es fundamental para reducir el impacto en estas emergencias donde hay desplazamientos masivos. Si logramos salvar las dificultades logísticas y de seguridad, estaremos salvando a las mujeres de exponerse a riesgos innecesarios», añade.

La violencia contra las mujeres es causa y consecuencia del hambre. La lactancia se ve gravemente afectada, bien porque las madres están separadas de sus hijos, bien porque el estrés y la ansiedad derivados de vivir en situación de conflicto tienen consecuencias fisiológicas que les impiden amamantar, o bien por creencias que consideran, como es el caso de Sudán del Sur, que es incorrecto que una mujer que ha sido violada dé el pecho.

Otras veces, la violencia está en el seno de la propia familia. En los campos y asentamientos el equilibrio entre roles se rompe. El hombre, tradicionalmente encargado de sustentar a la familia, pierde la capacidad para proveer lo necesario para mantenerla. Si ya no se ve capaz de proveer de alimentos a la familia, y es la mujer quien lo hace, esto le puede generar frustración y desembocar en violencia de género.

En ese sentido es fundamental, que las intervenciones humanitarias incluyan siempre en el enfoque de género.