La segunda novillada de la feria -tercer festejo del abono-- obedeció punto por punto con los parámetros del toreo actual, séase una novillada a modo, rematadamente bonita y con unas hechuras de toro en miniatura.

Ya no se ven esas novilladas indómitas, montaraces y fieras que plantean los problemas de la casta, que exijen un catálogo de recursos, un aporte de soluciones.

Ahora estamos en la era del toreo único de derechazos y naturales a porrillo en cualquier terreno y en cuanta mayor cantidad, mejor.

De alimentarla se encargan la tropa de satélites jesuseros (aquellos que van detrás del señorito para exclamar ¡Jesús! cuando éste estornuda) que desde el callejón no paran de jalear la posturilla afectada las más de las veces cuando el toro pasa, vaya toreado o no, haya gobierno en la muleta que la dirige o sea solo una pose acompañadora, eso sí, que da muy bien las fotos.

Tal que así, mientras buscamos esa perfección idílica, se suceden tardes como la de ayer en las que el público se duerme del mismo modo que al jubilata se le cae de pronto la cabeza, harto de mirar cómo se hace la zanja.

BENDITOS MANSOS // Quién iba a decir que dos novillos mansos nos rescatarían de la soñera. El quinto resultó un fugitivo irredento al que Carlos Ochoa persiguió sin descanso hasta que el morito echó el ancla junto al estribo del tendido cuatro. Allí, al hilo del maderamen, Ochoa largó tela en paralelo vaciando siempre por arriba y hasta se permitió algún circular invertido o algún cambiado por la espalda.

Antes, en su otro, había sucumbido al toreo al peso, amontonando derechazos y naturales.

También el sexto desertó de la bravura para ir a pedir refugio a la puerta de chiqueros donde El Andoureño no se anduvo con chiquitas o no tenía el manual para estos casos.

Mejor resultado obtuvo Juanito, al menos en lo contable. Cortó una oreja a su primero, noble y flojo, tras una labor estándar pero de figura envarada y soberbia que remató de media estocada.

El cuarto, de corto viaje que remataba buscando las zapatillas del novillero tampoco halló horma adecuada. Solo insistencia en pos del derechazo y el natural. Y vuelta la burra al trigo.