Londres está de fiesta. Gran Bretaña recibió ayer, con honores de héroe, a sus deportistas. Es más, el Boeing 747 que les transportó de regreso a casa lucía la siguiente inscripción: "Orgullosos de traer a casa a los héroes británicos". Más de 40.000 personas celebraron el domingo el final de Pekín 2008 y el arranque de Londres 2012. El haber obtenido los mejores resultados en unos Juegos desde hace 100 años ha levantado el entusiasmo de aquellos que se muestran más escépticos ante la perspectiva de ser la próxima sede olímpica. A lo largo de las últimas dos semanas, la prensa británica jaleaba a sus deportistas, incrédula de que la selección llegara a obtener 49 medallas (19 de ellas de oro) y quedara en cuarta posición en el medallero.

No obstante, el gran temor ahora de los británicos es no hacer el ridículo. "Pekín ha dejado el listón muy alto", dijo el mismo domingo Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional. Esa opinión ha calado en Inglaterra, sí. Evidentemente, la prensa ya ha comenzado su contraofensiva: los británicos no se dejarán intimidar frente al "exhibicionismo superorganizado --escribía ayer The Sun-- porque nosotros apostaremos por la diversión, una pizca de excentricidad británica, un poco de ironía y un toque de humor autocrítico". The Finantial Times aseguraba que por lo menos Londres no será un quebradero de cabeza para el COI, puesto que no habrá problemas políticos relacionados con los derechos humanos.

Serios problemas políticos

Pero, quizá, los problemas políticos surgirán en casa: Alex Salmond, ministro Principal de Escocia y miembro del Partido Nacionalista Escocés, que pide la independencia, aboga por una selección escocesa propia, una idea tachada de "ridícula" por Chris Hoy, el ciclista escocés que ha conseguido tres oros en Pekín.

Otro asunto que deberán remediar es el de la selección de fútbol, actualmente dividida en las cuatro naciones que conforman el Reino Unido. También por parte de los responsables de los JJOO del 2012, el discurso empieza a ser que el objetivo pasará por "dejar un legado que perdure". Los Juegos deberán regenerar el este de la ciudad, proporcionando una mejor comunicación e infraestructuras a una zona de tradición obrera, que ha sido la gran descuidada durante todos estos años.

Pero la inquietud para mantenerse en el presupuesto, que ya ha sobrepasado, por mucho, la cifra que se difundió inicialmente, empieza a ser notable. Nada más apagarse el pebetero de Pekín, Tessa Jowell, ministra para los Juegos, aseguraba que no se aumentaría el presupuesto de cerca de 12.000 millones de euros (frente a los 30.000 millones que se han gastado los chinos). También el alcalde, Boris Johnson, se ha encargado de repetir lo mismo varias ocasiones. Además, Johnson ya ha demostrado que, si falta presupuesto para diversión, él mismo lo puede suplir con uno de sus discursos en el más puro estilo de El club de la comedia.

En la fiesta del equipo británico y ante la mirada de Gordon Brown, primer ministro, y Sebastian Coe, responsable del Comité Organizador, el despeinado Johnson, como es habitual en él, llevó casi al delirio a los asistentes al asegurar que "el pimpón volverá a casa". recordando que si bien los chinos han sobresalido en este deporte, el tenis de mesa "se inventó en las mesas británicas victorianas".

Haciendo gala de sus conocimientos clásicos, Johnson dijo que pedirá a Coe que introduzca, de nuevo, una competición de la Antigua Grecia que consistía en que un participante arrastraba un buey por el estadio, lo mataba "con sus propias manos" y, luego, se lo comía, todo en el mismo día.